La Habana, Cuba. – A Emilia Casanova Rodríguez la honró José Martí como la cubana que en el indómito corazón llevaba toda la fiereza y esperanza de Cuba, y en los ojos el fuego y el mérito de la tierra.
A pesar del manto del esposo, el escritor Cirilo Villaverde, brilló con luz propia en el tesón de una Cuba libre y desde su casa de Nueva York animó a los emigrados, recogió fondos y envió dinero a los jefes de la revolución de 1868.
Fundó y presidió la Liga de las Hijas de Cuba, primera organización femenina en el exilio, y desde ella remitió ayuda a la Isla y presentó proyectos en el Congreso de los Estados Unidos.
Emilia Casanova falleció el 4 de marzo de 1897, en Nueva York; Ana Cairo, estudiosa de su vida, expresó que se entregó al deber sin más cadenas que su animosa filantropía y quedó como una heroína de convicciones emancipadoras.
Cartas por la independencia
Pródiga escritora epistolar, Emilia Casanova mediante su correspondencia con intelectuales y revolucionarios trató de involucrarlos con la causa independentista.
En los textos de la cardenense, llegados a Charleston, México, El Salvador, Guayaquil, Bolivia, Chile, Montevideo, Buenos Aires, Venezuela y Perú, entre otros lares, hay un hondo conocimiento político y la prosa es elegante, directa, de razonamiento lógico, argumentativa, sin que falte la belleza.
Dos misivas son muy difundidas, la que envió al héroe italiano Giuseppe Garibaldi y la respuesta del escritor francés Víctor Hugo, ambas, de vital aliento de libertad.
Emilia Casanova escribió Memorial, primer ensayo político redactado por una cubana, y presentado al Congreso de los Estados Unidos; en él exigía reconocimiento del gobierno norteamericano a la beligerancia de los patriotas cubanos.