Compartir

Si entendemos como música el producir un sonido melodioso, que llene de ternura las sensaciones auditivas, entonces no tendría nada en contra, solo que a veces se confunde el sonido con el ruido, además de ser escuchado en altos niveles propiciando la pérdida de la audición.

Se llama contaminación acústica o contaminación sonora al exceso de sonido que altera las condiciones normales del ambiente en una determinada zona. Si bien el ruido no se acumula, traslada o mantiene en el tiempo como las otras contaminaciones, puede causar grandes daños a la calidad de vida de las personas si no se controla adecuadamente.

El ruido es considerado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como nocivo para la salud y el medio ambiente. Es una de las principales fuentes de contaminación de grandes ciudades del mundo a la que apenas se ha comenzado a prestar atención.

Los aparatos portátiles de audio que están de moda en nuestro país están afectando el equilibrio acústico de la sociedad, es cierto que escuchar música es placentero pero estar presente en el círculo de contaminación del ruido no es nada agradable.

No solo vemos este tipo de objeto en las calles sino también que en los ómnibus, donde la música alta está prohibida, escuchamos más de una bocina, se compite para saber cuál se oye más alto y quién tiene los temas más actuales, los de moda.

Las personas que aman los bafles colocados para que los oiga el vecindario son casi siempre los menos comprometidos con la sociedad, los que suelen acompañar el escándalo con el alcohol, con cantos estrepitosos, dominó y alegrías desmedidas portadoras de más ruido.

Los ruidos pueden causar mucha irritación, pero no debería bastar con ese disgusto que va transformándose en furia y rabia a medida que los incómodos sonidos van subiendo el volumen.

Lo mismo si se trata de un chofer que suena insistentemente el claxon para recoger a alguien en medio de la madrugada o tal vez el vecino de arriba celebrando el amanecer con una música que puede escucharse en toda la manzana.

“Llevar entonces las reproductoras a niveles soportables pudiera ser una solución, mas no la única ni la más efectiva; lo ideal sería no imponer gustos a los demás, dejar espacio para la libre elección, no contaminar el ambiente colectivo con lo que solo a ti te complace ¿O es que no te das cuenta de que tú música es ruido para otros?”, (ACN).  Tomado de Radio COCO