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Desde Venezuela, reportó Yosdany Morejón

Caracas, Venezuela. – La joven Elizabel Arencibia Castañeda estudió medicina porque un doctor salvó su vida décadas atrás, cuando con tan solo 1 año de edad, ingirió una sustancia corrosiva que la colocó al borde de la muerte.

Hoy esta talentosa especialista dirige un consultorio popular ubicado a 900 metros sobre el nivel del mar, en un cerro de Caracas, donde se afana en el cuidado de niños y ancianos que necesitan tanto de sus manos como de su sonrisa.

La matancera atiende a una población que sobrepasa las 2 mil personas y -confiesa- lucha a diario contra el dengue, el asma bronquial y la hipertensión para retribuir así la deuda de gratitud contraída con la medicina cubana.

Con orgullo cuenta la historia de una niña, también de 1 año de edad, quien llegó a su consulta con síntomas de peritonitis y a la que pudo salvarle la vida en unión con un equipo médico cubano.