La Habana, Cuba. – Llegamos a un nuevo año con renovadas esperanzas de un futuro promisorio.

A esta hora en que la familia cubana celebra el aniversario 64 del triunfo de la Revolución, acuden a la memoria los seres queridos que no están por diferentes motivos; los sucesos que marcaron el devenir nacional y mundial en los últimos meses; los logros alcanzados y las metas que nos faltan por cumplir.

En cualquier caso hay una mezcla de inquietud y optimismo. Ante el lógico cuestionamiento por aquello que anda mal, se impone el credo martiano en el mejoramiento humano, en la fe de la virtud y en nuestro constante reinvento de la vida misma.

Existen razones para convocar al amor y la concordia, no con frases retóricas ni palabras huecas, sino con el convencimiento de cambiar todo lo que deba ser cambiado, como lo decretara Fidel en su esclarecedor concepto revolucionario.

Dedicación, entrega y confianza

Este 2023 -que ahora comienza- recaba nuevos desafíos en aras de alcanzar la prosperidad que demandan estos tiempos de avatares y obstáculos.

Tiene que ser un mejor año en todos los órdenes; así lo han anunciado nuestros máximos dirigentes y en ello va el destino del país.

Nuestra percepción sobre la resiliencia otra vez se pone a prueba pero, ¡¡ojo!! Solo con dedicación, entrega y confianza en sí mismos podremos conquistar nuestros sueños y añoranzas. El trabajo sigue siendo la mejor manera de obtener los mejores beneficios para una vida digna; no hay tregua para quienes disfrazan su holgazanería con la indiferencia y el oportunismo.

Tras la recuperación post pandémica, la macro y la micro economía son el nuevo punto de mira en cada rifle que se empuñe para arrasar con la desigualdad y la desesperanza.