Mini-industrias ganan espacio en Cuba

La Habana, Cuba. – Todo lo diminuto o pequeño no es inevitablemente sinónimo de debilidad, ahí están los virus y bacterias que son capaces de derribar al organismo más musculoso y potente. Sobre ese principio de poner los ojos en lo más pequeño, la economía cubana, en particular el segmento vinculado a la producción de alimentos está colocando su atención en las llamadas mini-industrias.

En Cuba no son nuevas, llevan años en funcionamiento, desde los lejanos tiempos de las llamadas industria locales.

El Período Especial y sus duras condiciones hicieron que esas industrias fueran languideciendo con los años, hasta apenas existir unas pocas.

Con la actualización del modelo económico cubano y la apertura del trabajo por cuenta propia, las mini-industrias han regresado al escenario de la economía de Cuba.

Hoy es posible encontrarlas en casi todas las provincias y sus reglones productivos van desde zapatos y artículos de plásticos o metal, materiales de la construcción, hasta enlatados y alimentos deshidratados.

A veces con equipos reacondicionados que fueron desechados de la gran industria, los menos importados y otros diseñados y construidos por el ingenio de mecánicos y emprendedores, esas mini-industrias producen una amplia variedad de ofertas, nada despreciables y competitivas por calidad y precios.

Lo que no has de comer …. consérvalo

Aun con niveles de producción que no satisfacen la demanda de la población, la agricultura cubana en la época de picos de cosecha de determinado renglón tiene perdidas, son el caso de algunos vegetales y frutas que por diversas causas -problemas de transporte, falta de mano obra en la recogida, descoordinaciones, etc.- se quedan en los campos o se pudren, sin llegar a la gran industria.

Ubicadas en la mayoría de las veces en puntos cercanos a las áreas agrícolas, las mini-industrias recepcionan esas producciones, mientras en otros casos contratan las mismas con los productores que tienen la ventaja de encontrar un destino cercano a sus ofertas del campo.

Encurtidos de habichuelas y ajíes, puré o pasta de tomate, dulces de guayaba, condimentos y otros alimentos son elaborados en esas pequeñas plantas que funcionan en su mayoría como cooperativas o negocios familiares y que son complementos de la gran industria.

Una relación productiva que se extiende por muchas provincias es la establecida entre esas microempresas y la gran industria, suministradora esta última de envases -latas, frascos, etiquetas-, azúcar, sal u otros componentes y que a cambio compran toda la producción a la mini-industria, sumando sus productos a la canasta de ventas y distribución que tienen como clientes a los ministerios de Comercio Interior y Turismo.

Luces y sombras

El proceso no marcha parejo en todo el país; provincias como Ciego de Ávila, Camagüey, Santiago de Cuba y Pinar del Río van marcado el paso en esa nueva gestión productiva, que tiene como ventaja diversificar las producciones, salvar de la perdida a muchos productos del campo y ofrecer fuente de empleo a numerosas personas.

Calidad en condimentos De la Casa

Son notorios los resultados de algunas de esas industrias o talleres, al punto que algunos de sus productos compiten de igual a igual con los salidos de la gran industria, estos son los casos de los turrones de maní Bormey, confeccionados por una familia de Santa Clara, los zapatos salidos de los talleres de Camajuani que hoy ocupan anaqueles en algunas reconocidas boutiques o los condimentos De la Casa, producidos y envasados en Sierra de Cubitas, en Camagüey.

Llegadas para quedarse, las mini-industrias son un actor económico que va ganando protagonismo en la economía cubana, que sin competir o amenazar a la gran industria, es un complemento que estimula el comercio en beneficio de la población.