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Quito, Ecuador. La profundidad de la selva amazónica ecuatoriana y sus secretos se han convertido en el refugio de familias de indígenas, que junto con sus abuelos huyen buscando protegerse del COVID-19 y preservar los conocimientos ancestrales de sus mayores.

Varias familias de la comunidad kichwa de Sarayaku, ubicada en la provincia de Pastaza, y conocida por su resistencia contra la explotación petrolera en su territorio, desde hace varias semanas partieron a las purinas o tambos.

Quienes se adentraron en la selva cada mañana beben un té a base de plantas naturales para empezar el día; algunas familias tienen un preparado de muchas plantas que lo comparten.

Pero no solo el temor al COVID-19 ha afectado a la comunidad de Sarayaku; sus habitantes también han sido golpeados por la bravura de los ríos Bobonaza y Rotuni, que inundaron sus tierras.