Tiene la mujer cubana la avidez, el deseo y los caudales para labrar el porvenir que se le antoje inclusive si decide esculpirlo deportivamente a través de sus puños enguantados. Foto tomada de Cubadebate

A un puñado de retrógrados que acompañan nuestro presente, se les podría diagnosticar con total seguridad como portadores de una epidemia que algunos incautos creen desterrada. La intolerancia, un argumento, que les sirve de triste pretexto para hacerse eco de ideas que sirven de mecha para el estallido de absurdos conflictos. La más reciente muestra de semejante terquedad, se puede beber con serio riesgo de indigestión espiritual, en algunos sectores poblacionales de mayoría masculina, quienes destilan la patética tesis de que las mujeres cubanas no deberían practicar el boxeo.

La pólvora que encendió la polémica llegó tras la declaración de un importante directivo de la disciplina en la Isla, quien afirmó, que se estudiaba la posibilidad de que en el futuro las damas pudieran escalar al ring. La tesis cobró fuerzas, luego de que las máximas autoridades de la Serie Mundial esgrimieran la idea de que en la próxima edición, los equipos participantes incluyan divisiones donde las chicas puedan demostrar sus dotes. Hasta la fecha y por razones desconocidas, al menos para este redactor, Cuba carece de un sistema organizado que desarrolle el boxeo femenino, aunque existen individualidades con experiencia en su práctica y con argumentos técnicos, para asumir retos internacionales.

Sin embargo, por una razón u otra la maquinaria no echa a andar, frustrando la posibilidad de que nuestras chicas asalten los podios de los más prestigiosos escenarios del mundo. Una de las argumentaciones a favor de la más rápida inclusión posible de las mujeres cubanas al boxeo, podría venir de la Asociación Internacional de la disciplina, que proyecta incrementar su intervención en eventos de primer nivel como los Juegos Olímpicos, aun cuando esa decisión implique la disminución de plazas destinadas al sector varonil.

Semejantes opiniones nos llevan a repensar ciertas doctrinas, que han mutilado los sueños pugilísticos de nuestras mujeres; hacedoras de un sinfín de hazañas, que enriquecen al movimiento deportivo nacional. Durante más de medio siglo, ellas han sido vívido espejo de la sociedad que a diario construimos. Con su necesario ímpetu, continúan   derribando cientos de murallas de terquedad masculina, para edificar muros de lucidez y desarrollo.

Por gracia de la naturaleza y el proyecto social que comenzamos a construir hace más de cincuenta años, están predestinadas a continuar escribiendo incontables páginas de gloria en la feliz e incansable caminata de progreso que hemos asumido como nación. Tiene la mujer cubana la avidez, el deseo y los caudales para labrar el porvenir que se le antoje, talento y derecho tiene para ello, inclusive si decide esculpirlo deportivamente a través de sus puños enguantados…. ¿No lo cree?

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