La Habana, Cuba. – La Basílica Menor de San Francisco de Asís ofreció una tarde noche sabatina de altos quilates desde el punto de vista musical, al servir como sede al concierto de la Orquesta de Cámara de La Habana que contó con la conducción del director estadounidense Michael Butterman.

Este músico es director musical de cuatro orquestas sinfónicas de ese país y ha dirigido varias agrupaciones de renombre en otras ciudades norteñas. Adicionalmente debe decirse de él que ganado y sido finalista de concursos internacionales de música, entre otros elementos que avalan su carrera.

La primera pieza interpretada, fuera del programa, pertenece al compositor estadounidense Aaron Copland. Después de esa sorpresa se ejecutó Lyric for Strings creada por el músico estadounidense George Walker en 1946. A continuación se tocó Capriol Suite para orquesta de cuerdas escrita por el compositor británico Peter Warlock en 1926, posteriormente tocó el turno al concierto Grosso número 1 para orquesta de cuerdas y piano obligado del compositor suizo-estadounidense Ernest Bloch escrita en 1925, en el que participó la pianista invitada Lianne Vega, y para cerrar Aldo López Gavilán interpretó al piano Danza del dragón violeta de su autoría compuesta  en el 2011 y Epílogo, creada en el 2001, la que fue dedicada a Pablo Milanés.

Algo que deseo destacar, común en directores de orquesta extranjeros, pero desgraciadamente muy raro en Cuba, es que antes de ejecutar cada pieza el director hacía un pequeño comentario sobre ésta, así como de su compositor.

Por suerte, está vez la sala de conciertos estaba llena, lo que demuestra que el público está ahí, solo que hay que atraerlo con programas atractivos. Aquí cierro, recuerden, si me ven en el próximo concierto, me saludan.