La Habana, Cuba.- «Esta no es la revolución de la cólera; es la revolución del amor», dice José Martí. Pero, ¿cómo hablar así cuando se empuñan las armas? Solo su lucidez separa el odio de la causa justa y discierne lo puro en medio de las tinieblas.

No se puede luchar por el hombre si no se le ama porque, a decir del Apóstol, la única verdad en esta vida y la única fuerza es el amor.

En él está la salvación y en él está el mundo; sin ese sentir renovador, manantial que fluye del alma, no tienen sentido la amistad ni el patriotismo.

Martí, desde su concepción humanista, entiende que hacer es la mejor manera de decir, por eso no le basta escribir su pasión por la Patria, sino que asume un sacrificio que anda en pos no de gloria personal, sino de paz como centro de una sociedad con proyecto emancipador, alejado de odios y egoísmos, enfocado en cultivar la dignidad y la virtud.