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Carlos del Porto Blanco

La música es el único camino hacia lo trascendente. Wolfang Amadeus Mozart.

El concierto de la Orquesta Sinfónica Nacional en la Sala Covarrubias del Teatro Nacional de Cuba, este fin de semana fue un lujazo. El programa estuvo conformado por obras de Mozart, Grieg y Tchaikovsky, siendo dirigida la agrupación musical por el maestro Roberto Valera.

El compositor, pianista, director de orquesta y profesor austriaco Johannes Chrysostomus Wolfgangus Theophilus Mozart, nació en Salzburgo, Sacro Imperio Romano Germánico, actual Austria, el 27 de enero de 1756 y murió en Viena, Sacro Imperio Romano Germánico, actual Austria, el 5 de diciembre de 1791. Es un maestro del clasicismo, y se considera como uno de los músicos más influyentes y destacados de la historia. La obra mozartiana abarca todos los géneros musicales de su época e incluye más de seiscientas creaciones, en su mayoría reconocidas como obras maestras de la música sinfónica, concertante, de cámara, para fortepiano, operística y coral, logrando una popularidad y difusión internacional.

La Sinfonía número 40 en sol menor, K. 550, también conocida como Gran Sinfonía en Sol menor, fue compuesta por Mozart y fechada el 25 de julio de 1788, cuando el compositor tenía treinta y dos años. Se trata de la penúltima contribución al género sinfónico del célebre maestro austríaco. Fue sometida a revisión entre 1788 y 1791 dando lugar a una segunda versión de la partitura. Pertenece a un período extraordinariamente creativo en la vida del autor. Por aquel entonces el maestro austríaco estaba creando los Tríos para piano en mi mayor K. 542 y en do mayor K. 548, la Sonata facile K. 545 y la Sonatina para violín K. 547. Forma parte de un conjunto escrito con gran rapidez durante el verano de 1788 formado por sus tres últimas sinfonías (la número 39 el 26 de junio, la número 40 el 25 de julio y la número 41 el 10 de agosto). Las anotaciones en el catálogo temático que el propio compositor elaboró sugieren que todas fueron escritas en el espacio de unos dos meses.

Según las notas del programa de mano, elaborado por Luis Manuel Molina, se plantea que en ningún momento fue tan evidente el distanciamiento entre la vida personal de Mozart y su música como en el verano de 1788. Su esposa estaba enferma y su propia salud había comenzado a deteriorarse. Su pequeña hija Theresia había fallecido el 29 de julio. Su ópera “Don Giovanni” había recibido una acogida fría en su premier y Mozart estaba pobre y endeudado. Sin embargo, en medio de esas dificultades compuso, en menos de dos meses, sus últimas tres sinfonías. No existe evidencia de que la 40, fuera estrenada en vida del compositor. Según Eric Blom “La Sinfonía en Sol menor de Mozart quizás sea la obra en que confluyen el Clasicismo y el Romanticismo y donde por única vez existe un equilibrio perfecto entre ambos estilos”.

El primer movimiento (Molto allegro) pone de manifiesto de inmediato el espíritu de trágica ansiedad que la caracteriza. La sección de desarrollo exhibe una ingeniosidad contrapuntística que si bien pocos compositores del siglo XIX tardío pueden igualar en técnica ninguno logra superar en maestría musical. Un breve pero elocuente silencio marca el principio de la recapitulación que mantiene el sentimiento trágico de la Sinfonía hasta el cierre. Confieso que esta obra es mi preferida de todo el catálogo de la llamada “Música Clásica”.

La segunda pieza del concierto, fue la Suite número 1 de “Peer Gynt” opus 46 de Edvard Hagerup Grieg. Este compositor y pianista noruego, nace en Bergen, Noruega, el 15 de junio de 1843 y muere en la misma ciudad el 4 de septiembre de 1907. Es considerado uno de los principales representantes del Romanticismo tardío. Adaptó muchos temas y canciones del folclore de su país, contribuyendo así a crear una identidad nacional noruega.

En 1874, el escritor noruego Henrik Ibsen pidió a Grieg que compusiera la música incidental para su sátira poética “Peer Gynt”. Al principio Grieg no se entusiasmó con el proyecto: devoto nacionalista noruego no se sentía cómodo con el retrato poco favorecedor que Ibsen hacía del carácter de ese país nórdico. Pero aceptó la tarea y trabajó en ella durante dos años hasta llegar a escribir 23 piezas separadas. Peer Gynt narra las aventuras de un irresponsable aldeano que viaja por el mundo y parece no aprender nada de sus fabulosas experiencias. De los breves movimientos que integran la música incidental Grieg extrajo ocho números y los reunió en dos suites. La Suite número 1 está integrada por: La mañana, una representación del amanecer en Marruecos, mientras su protagonista está ante una estatua de Memnón. La muerte de Áase, señala el deceso de la madre de Peer Gynt. La danza de Anitra, la sensual hija de un jefe beduino baila mientras es observada por Peer Gynt, quien toma café en la tienda del padre de la joven. Y En la gruta del rey de la montaña, Peer visita a los trolls y elfos en las montañas y, cuando rechaza a la hija del rey, los trolls estallan en furor. La obra fue interpretada por primera vez en Christiania, actual Oslo, capital de Noruega, el 24 de febrero de 1876.

Para el cierre de la función se escogió “La marcha eslava”, opus 31, de Piotr Illich Tchaikovsky, este compositor ruso del período del Romanticismo, nació en Vótkinsk, Imperio Ruso, el 25 de abril (según el Calendario Juliano) o el 7 de mayo de 1840 (según el Calendario Gregoriano) y muere en San Petersburgo, el 25 de octubre (según el Calendario Juliano) o el 6 de noviembre de 1893 (según el Calendario Gregoriano). Es autor de algunas de las obras de música clásica más famosas del repertorio actual, como los ballets El lago de los cisnes, La bella durmiente y El cascanueces, la Obertura 1812, la obertura-fantasía Romeo y Julieta, el Primer concierto para piano, el Concierto para violín, sus sinfonías Cuarta, Quinta y Sexta y las óperas Eugenio Oneguin y La dama de picas.

En junio de 1875, después de que los soldados turcos mataran a un gran número de eslavos cristianos que se habían rebelado contra el Imperio Otomano y fueran apoyados por Austria y Rusia, Serbia declaró la guerra a Turquía. Muchos rusos se solidarizaron con los que consideraban sus colegas eslavos, y enviaron soldados voluntarios para ayudar al Reino de Serbia. En la lucha que aconteció el ejército serbio fue rápidamente derrotado por los turcos.

Nikolái Rubinstein, un amigo cercano de Tchaikovsky, le pidió componer una pieza para un concierto de beneficencia para los voluntarios rusos heridos. En un arranque de patriotismo, Tchaikovsky, compuso y orquestó la que fue conocida como la «Marcha serbo-rusa» en sólo cinco días. La pieza fue estrenada en Moscú el 17 de noviembre de 1876 con una cálida acogida del público. La marcha es muy programática en su forma y organización. En la primera sección se describe la opresión de los serbios por los turcos. Utiliza dos canciones serbias populares. «Sol brillante, ya no brillas igual» que se interpreta a la velocidad de una marcha fúnebre. La segunda «Con mucha alegría el serbio se convierte en un soldado” es más optimista en su carácter.

En el episodio siguiente, que describe las atrocidades en los Balcanes, en la que Tchaikovsky utiliza su dominio de la orquesta para crear un clímax tremendo. El tempestuoso ánimo se amaina dando paso a la segunda sección en clave relativamente más importante, que describe a la reunión rusa para ayudar a los serbios. Eso se basa en una simple melodía con el carácter rústico de una danza que desfila alrededor de la orquesta hasta que finalmente da paso a una declaración solemne del himno nacional ruso «Dios salve al zar».

La tercera sección de la pieza es una repetición del furioso clímax orquestal del compositor, reiterando el grito de ayuda serbio. La última sección describe la marcha de los voluntarios rusos para ayudar a los serbios. Utiliza un tono ruso, esa vez en una clave de un tono más importante e incluye otra ardiente versión de «Dios salve al zar» profetizando el triunfo de la población eslava sobre la tiranía. La obertura se completa con una virtuosa coda de la orquesta completa. La pieza mantiene algunas relaciones con la Obertura 1812, con la que se relaciona frecuentemente en su diseño.

Fue un hermoso concierto que mereció en cada una de las obras interpretadas, la felicitación de toda la agrupación por parte del Director. Sobre el Maestro Valera señalar que dirigió las tres obras sin partitura alguna, algo que pocos directores hacen. Honor a quien honor merece. Nos veos el 30 de marzo que tendrá como plato fuerte a Beethoven.

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