“Frank Fernández es un artista de tal transparencia y fuerza mística que nos hace sentir anticipadamente que el alma se asoma a los límites del cuerpo”. Dr. Eusebio leal Spengler.

La Habana, Cuba. – El sábado 9 de marzo la sala Avellaneda del Teatro Nacional fue sede de un concierto de lujo. La celebración de los 80 años de vida y los 65 de carrera artística del maestro Frank Fernández. Este acto tuvo como invitados de lujo a la agrupación estadounidense The Metro Big Band, dirigida por Camp Kirkland.

Frank Fernández es por sí mismo una institución de la cultura cubana; ha interpretado casi todos los géneros de la música, tanto clásicos como populares y ha sido reconocido por el público y la crítica especializada de 41 países.

La Metro Big Band es una banda de jazz clásica, posee el estilo y el tamaño de las agrupaciones de ese tipo de los años 40. Dirigida por Camp Kirkland, esta orquesta interpreta muchos de los temas más reconocidos de ese género musical. La banda se ha presentado en Brasil, Reino Unido, Finlandia, Rusia, Japón, Austria, Ucrania, Guatemala y Cuba, entre otros países.

El formato con el que vino la banda a Cuba estuvo compuesto por 17 músicos, cinco saxofones, cuatro trompetas, cuatro trombones de vara, bajo, batería, percusión menor y teclados. Los ejecutantes se unieron solo para presentarse en la Mayor de las Antillas, residen en varias ciudades de la Unión y tocaron por primera vez juntos cinco días antes del concierto.

El director se reconoce como un enamorad de Cuba, ha estado más de 30 veces en la Isla y en charla con el auditorio expresó que quizás ello se debía a sus ancestros cubanos.

El recital incluyó 11 obras y dos fuera de programa. Entre estas estuvieron Time after time, Jumpin´east of java, Joshua fit the Battle of Jericho, Someone to watch over me, Malagueña, I´m gonna live till I die, Body and soul, Georgia, Feeling good, Love divine y Rapsodia en azul, interpretada por Frank Fernadez al piano. Adicionalmente se ejecutó Over the rainbow y como cierre de lujo, el tema de Tierra brava.

Volvió a manifestarse como una tendencia internacional, la cual no es asumida en Cuba, que el director de la orquesta comenta sobre las piezas que se interpretarán y de elementos de interés que el gran público desconoce de la obra, lo que contribuye a un mayor disfrute de la música. Ese tipo de pedagogía musical va creando una audiencia más culta, que mucho necesitamos.

Realizar actos de reconocimiento de este tipo, como el que se hizo a la vida y obra de Frank Fernández, son merecidos y necesarios para los intelectuales de Cuba, no solo para los artistas. Estos forman parte del patrimonio pensante del país, su savia viva. Por tanto, se agradecería que se repitieran y extendieran a cultivadores de otras áreas del pensamiento.

Fue un lindo concierto de fin de semana que convirtió al Teatro Nacional en el epicentro de la música en la Isla. Actos como estos muestran los vasos comunicantes entre las culturas y pueblos cubano y estadounidenses. Se prueba una vez más que el intercambio es válido y nos enriquece a ambos. Ojalá la cultura, la ciencia y otras áreas del conocimiento no sigan siendo rehenes de las acciones fracasadas de políticos mediocres de aquel país. Ambos pueblos lo merecemos.