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La Habana, Cuba. – El 15 de junio la casa de las tejas verdes en Miramar fue el espacio para que la soprano Johana Simón y el pianista Roberto Bello protagonizaron el concierto La Diva en memoria de la soprano greco – estadounidense María Callas en su centenario.

La gran Diva, nació como María Anna Cecilia Sofia Kalogeropulu en New York, Estados Unidos el 2 de diciembre de 1923, triunfó como María Callas y será siempre la Divina como la bautizó en su esplendor la prensa italiana. Un ser que, como ese título, está consagrado a la inmortalidad.

La Callas fue una mujer transgresora donde las haya, revolucionó la ópera, un arte destinado en su momento a lo inamovible, a la belleza del canto más allá del teatro o la exageración burda en la escena. Estableció el paradigma de la diva operística, del ser camaleónico teatral y vocal, del personaje también fuera de los escenarios.

María fue víctima de la artista y sucumbió ante las fascinaciones de la fama (su propia trampa) “nada se me ha dado fácilmente, pero no me importa el sacrificio si con el puedo alcanzar el resultado apetecido”. Enamorada, traicionada, alejada de los escenarios tras la merma de su don más especial, murió el 16 de septiembre de 1923 en París, Francia, siendo aún joven, a los 54 años, probablemente de tristeza.

La protagonista de este concierto homenaje es la recocida soprano cubana Johana Simón Parajón, graduada del Instituto Superior de Arte, ISA, de La Habana. Ha realizado cursos de perfeccionamiento en Austria, Alemania y España, donde tuvo entre sus profesoras a la española Teresa Berganza. Ha tenido una fructífera carrera en Cuba y el extranjero.

El concierto se conformó con obras de Vicenzo Bellini, Giuseppe Verdi, Giacomo Puccini, Gaspare Spontini y Luigi Cherubini. Un detalle interesante del espectáculo fue la pintura de un cuadro mientras transcurría la función. Las artes dialogan entre sí. El cercano río Almendares de seguro disfrutó junto con los asistentes, de la maestría de una profesional de la talla de la Simón.

A los amantes del Bel Canto, o a quienes desean acercarse a él, las funciones de la Simón son una oportunidad para no perderse.

Fotos: Raúl Abreu