La Habana, Cuba. – Desde pequeña Anaisa Cajigas Gandia tuvo bien claro que cuando fuera grande quería ser científica; su amor intrínseco hacia la naturaleza, y sobre todo a los animales, la llevó a optar por una carrera que, cataloga, como su vida. Para esta joven de 27 años, natal de La Mulata, en Pinar del Río, llegar a la Universidad de La Habana y estudiar Biología fue un sueño cumplido.
Desde el segundo año de la carrera comenzó su afición por los reptiles, grupo del reino animal que más le ha gustado, de ahí que, tras su graduación, hace 5 años, formar parte del colectivo del Instituto de Ecología y Sistemática le ha permitido realizar proyectos de investigación dirigidos a la conservación en Cuba de esos animales vertebrados. No fue casual que se adentrara entonces en el grupo de Herpetología, rama de la biología que se encarga del estudio de los anfibios y réptiles.
Sus investigaciones le permitieron obtener una beca para realizar los estudios de Maestría en la Universidad de Borgoña, en Francia, con la tesis: Impactos del cambio climático sobre varias especies de lagartijas del género Anolis en Cuba.
Precisamente, con ese artículo, Cajigas Gandia obtuvo hace menos de 1 mes el premio International Young Scientists Award en la categoría Best Researcher Award, reconocimiento a la labor científica de jóvenes investigadores del mundo, por la participación activa y resultados sobresalientes en el campo de la ciencia donde se desarrollan.
Este premio también es del Instituto de Ecología y Sistemática, de mis colegas, compañeros y amigos, a quienes agradezco por el aprendizaje y la confianza cada día, resalta varias veces la joven.
De su faena como herpetóloga comenta que ha trabajado en el Occidente y Centro del país, fundamentalmente en el macizo montañoso Cordillera de Guaniguanico, que incluye las Sierras de los Órganos, así como del Rosario.
En cada lugar que he estado me he encontrado con especies interesantes, cada rincón de nuestra Isla tiene una biodiversidad única y una riqueza y belleza a nivel paisajístico sin igual, subraya.
En las más recientes expediciones, Cajigas Gandia ha sido la especialista líder, llevando consigo a jóvenes adiestrados para laborar en el campo y monitorear la biodiversidad; todos ellos concuerdan en lo exigente y organizada que es, pero en lo gratificante que es trabajar con ella por su pasión a la profesión.
Dentro de muy poco, Anaisa comienza su proyecto de doctorado, encaminado esta vez a los anfibios y ranas venenosas; volverán nuevas metas y retos para esta herpetóloga que afirma con orgullo que: si mil veces volviera a nacer, en cada una de esas vidas volvería a ser bióloga.