La Habana, Cuba.-  Si toda su consideración al arte y al conocimiento la condensó Martí en aquella frase: “Ser cultos es el único modo de ser libres”, ello es símbolo de respeto interminable, no de fría pasión por la sentencia. Y, en efecto, no resulta común el caso de un luchador político con ese apego natural a la cultura, si bien la idea del prócer hosco y sin pulimentar tampoco encaja en la historia de América.

Lo que sucede es que, creador él mismo, José Martí veía venir de la cultura una corriente de concientización en la que se explicaba conceptos como los de la dignidad y el derecho. En un artículo de 1884 que con el título de El hombre antiguo de América y sus artes primitivas apareció en Nueva York, confirma el Apóstol su fe en la cultura.

Solo se ama lo que se crea

En un comentario sobre el arte americano en el cuaternario, aparecido en la revista La América, de Nueva York, José Martí exalta el papel del arte y de la cultura en la forja de eso que conocemos como la identidad.

Corre el año de 1884, y Martí escribe El hombre antiguo de América y sus artes primitivas, para la publicación de la cual es redactor. El deseo de crear le asalta al hombre, tan pronto se desembaraza de las fieras, afirma, admirado de un cierto miedo al vacío del aborigen americano, que decoraba su entorno con misteriosa compulsión.

Lo pequeño no conocían  y ya se iban a lo grande, dice el Apóstol, insinuando los sutiles vínculos entre arte e inteligencia.  Más que entrar a la cultura como a un recinto, se le abre el alma para ser en ella.

El sol dormido y la montaña inmóvil

Robaron los conquistadores una página al Universo, dice Martí, al evocar la destrucción del arte aborigen americano, en su artículo El hombre antiguo de América y sus artes primitivas.

Tal vez nunca terminemos de asombrarnos de la manera en que entiende el Apóstol la cultura, que es la exaltación del espíritu humano en comunión con la Naturaleza. Crear resulta para José Martí una forma de crecer, pero la cultura no puede ser solo el sitio en que se exhiben los artefactos del ingenio artístico.

La eticidad del pensamiento martiano comprende una responsabilidad del Hombre consigo mismo, pero también una oportunidad para la plenitud. Al saber altanero, se opone la conciencia de una búsqueda que nunca inicia uno mismo.

Rogelio Riverón.

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