La Habana, Cuba. – Pobre y en honda depresión, Gustavo Adolfo Bécquer murió en Madrid: tenía tuberculosis, 34 años, y era el 22 de diciembre de 1870.
El poeta sevillano que en vida no alcanzó fama, un año después y tras compilar los amigos sus obras, alcanzó la gloria con Rimas y Leyendas, poemas y relatos que integran uno de los libros más populares de la literatura hispana.
Iniciador en la lírica española de un movimiento renovador, los poetas Juan Ramón Jiménez y Rubén Darío reconocen su incidencia en la nueva poesía ibérica; y el editor Manuel Altolaguirre afirma que su poesía es la más humana del Romanticismo español.
Gustavo Adolfo Bécquer, el último romántico, sigue en nosotros con un amor como rayo de luna, la soledad cual imperio de la conciencia, y el alma hablando con los ojos, besando con la mirada, para que vuelvan las oscuras golondrinas.
De todo un poco
De Gustavo Adolfo Bécquer son populares sus rimas de lírica intimista y sencilla, y las leyendas a las que la filóloga María Rosa Alonso resume en los temas oriental y exótico, muerte y vida de ultratumba, embrujamiento y hechicería, religión, inspiradas en el Romancero y las animistas.
Pero el poeta, narrador y periodista escribió también Cartas desde mi celda, salidas del monasterio de Veruela, donde se reponía de la tuberculosis: son misivas inundadas de vitalidad y encanto.
Influido por su padre, el pintor José Bécquer, le atrajeron los lienzos y dibujos en los que prodigó técnica y reflejó su mundo interior; llegó a decir que la pintura era un medio de expresión hacia lo inefable, superando a la escritura.
El sevillano Gustavo Adolfo Bécquer también se inclinó por el teatro musical y colaboró en cinco zarzuelas, en tanto fueron musicalizadas varias de sus rimas.