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Carlos del Porto Blanco

Ve el mundo. Más fantástico que cualquier sueño, Ray Bradbury

Recorrer una ciudad, o alguno de sus barrios, siempre es una experiencia enriquecedora sobre todo para los visitantes. Sin embargo, no siempre es posible hacer el recorrido, pero incluso pudiendo hacerlo, no es posible conocer detalles que pueden ser de interés por una u otra razón. Ni siquiera el omnipresente Google puede ayudar en muchas ocasiones.

La tecnología, como siempre, puede auxiliar al ser humano en estos casos, visitas virtuales, realidad virtual, realidad ampliada y otras pueden ser soluciones. En el marco del verano 2024, la Oficina del Historiador de La Habana y algunas de sus dependencias incluyeron en su programación las visitas virtuales a zonas de la Ciudad. La Casa de las Tejas Verdes acogió uno de estos itinerarios, en ese caso por la barriada capitalina de Miramar. El recorrido fue conducido por el arquitecto Raúl Salgado Domenech, quien, a través de una presentación digital, con abundantes imágenes y datos de interés condujo a los presentes por el devenir de ese bello barrio habanero.

El periplo llevó a los presentes por los orígenes arquitectónicos y urbanísticos de esa zona del occidente de la ciudad. Como todo en la vida hay que ir a los orígenes, y entonces se hizo un salto en el tiempo. El nacimiento de San Cristóbal de La Habana se produjo junto a su elemento cardinal, el puerto. En este lugar se concentraban las flotas cargadas con las riquezas arrancadas a Nuestra América, en su viaje de regreso a la metrópoli española. Ya para 1831, el desarrollo de la urbe comienza sobrepasar el confinamiento de las murallas. Las clases adineradas no querían “contaminarse” con el populacho y buscan otros lugres para establecerse.

En 1854 el proceso de consolidación de la Habana extramuros es una realidad. Un elemento singular es que este proceso mantiene las ordenanzas urbanísticas de los Códigos de Indias. Entre los años 1859 y 1869 comienza el desarrollo de los repartos de El Carmelo y El Vedado, sigue el viaje de las “clases altas” al oeste. A finales del siglo XIX y principios del XX El Vedado constituía el asentamiento preferido de la burguesía criolla. En esa época, a nivel mundial, estaba en su apogeo el concepto de la ciudad jardín y este reparto es un ejemplo de esa corriente urbanística. Mansiones aisladas, parterres y avenidas con jardines constituyen su sello distintivo.

Al noroeste de La Habana se promovió en la primera década del siglo XX una moderna zona recreativa, la playa de Marianao. Esto propició la estrategia de un eje vial que uniera El Vedado con esa Playa. Este hecho posibilitó el nacimiento de la Quinta Avenida y con ella la concepción del reparto Miramar. Su embrión es la zona comprendida entre las actuales calles, perpendiculares a la línea de costa, 0 a 36 y 1 a 7, que paralelas al mar.

El sector de la más rancia aristocracia cubana quiere un ambiente totalmente exclusivo, que sea solo habitable, sin nada de infraestructuras sociales. El río Almendares ayuda en este deseo, al ser una barrera natural. El 6 de febrero de 1911 se autoriza por el ayuntamiento de Marianao la parcelación de la entonces Finca la Miranda que daría inicio al fomento del futuro reparto Miramar. Un elemento que aceleró este proceso fue la construcción del puente Asbert (actual puente de 23) que unió los dos polos de desarrollo del momento. El Vedado y Marianao.

En 1915 se construye el puente de Línea, actual puente de hierro, que dio paso a una ruta de los tranvías. Y el último hito en las comunicaciones viales fue el puente de Pote, inaugurado el 27 de febrero de 1921 y demolido en 1958, para construir el actual túnel de Quinta Avenida. Este puente conectaba la Quinta Avenida con Calzada en El Vedado y fue de gran importancia en el desarrollo de Miramar. Dos construcciones emblemáticas dan la bienvenida a los visitantes al entrar a este Miramar desde El Vedado: la Fuente de las Américas (1924) y la Casa de las Tejas Verdes (1926).

El eje que estructura a Miramar es la Quinta Avenida (declarada Zona de Protección por la Comisión Nacional de Monumentos en 1999 con sus alrededores inmediatos.). Esta vía mantiene los preceptos que se siguieron en Paseo y G, en El Vedado. Las parcelas con vista a esa vía fueron las más codiciadas. Le seguían en orden de interés las parcelas con vistas a la Séptima Avenida y por último las que tenían vista a la Tercera Avenida.

A diferencia de El Vedado que usa retículas de 100 por 100 metros, en Miramar se usa la de 100 por 200 metros, eso permitió mayor cantidad de parcelas y menos infraestructura. Se establecieron como normas los cinco metros de jardín, cuatro metros de portal y 2.5 metros de lateral. Las primeras construcciones se edificaron con estilo ecléctico. Esto coincide con el periodo de las Vacas Gordas (1918 -1920) y es momento del desarrollo de la barriada.

En los años 30 el eclecticismo comienza a perder fuelle. La burguesía busca la diferenciación de sus propiedades inmobiliarias: Se inicia la adopción del movimiento moderno. En los años 40 aparecen las construcciones con estilo Art Deco. En 1949 se realiza un proyecto para construir un puente que uniría Malecón con la Avenida Primera de Miramar. Las evidencias apuntan a que no se construyó para que la Quinta Avenida no perdiese la jerarquía que tenía.

En ese periodo se derogan las ordenanzas que no permitían construir edificios en Miramar. Ya en los 50 se autorizan otros usos además de viviendas y se edifican bancos, iglesias y otras instalaciones. La Puntilla es el último de los repartos en la ampliación del reparto original y comenzó su desarrollo en 1954. Tres generaciones de arquitectos cubanos realizaron su vida profesional es este barrio capitalino. Pero es en la zona original donde se concentran las obras de mayor valor arquitectónico, que fueron diseñadas por los grandes arquitectos cubanos de la época.

He tratado de trasladar en palabras, el viaje que se realizó por este hermoso barrio capitalino que posee grandes valores desde el punto de vista arquitectónico y urbanístico. Corresponde a las autoridades velar por su cuidado y el restablecimiento de las normas urbanísticas establecidas, desgraciadamente violadas en muchos casos. A los vecinos y visitantes ocasionales toca mantener lo hecho. Es tara de todos.

Este recorrido es una muestra de que la tecnología puede ser una herramienta muy útil, no el centro, en manos de un conocedor. La sapiencia del conferencista y sus dotes de buen comunicador fueron la clave del éxito de este recorrido. Ojalá, se establezca un espacio sistemático en el cual se pueda viajar y conocer en profundidad cada barriada de la Ciudad Maravilla. La Casa de las Tejas Verdes puede ser una magnifica anfitriona para esto. Lanzo el guante.

Y ya sabe, si me ve por ahí, me saluda.

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