Carlos del Porto Blanco
Ama usted el mar capitán. “¡Sí! ¡Lo amo! ¡El mar es todo! Su aliento es puro y sano. Es el inmenso desierto en el que el hombre no está nunca solo, pues siente estremecerse la vida en torno suyo.” Julio Verne
Hoy traigo nuevamente a la columna una novela de mi autor de cabecera durante mis años de niñez, Julio Verne. Como dije hace unas semanas, se avecinan las vacaciones y es una buena opción para acercar a niños y adolescentes a la lectura. Hablaré de la novela Veinte mil leguas de viaje submarino, obra publicada originalmente en Francia el 20 de marzo de 1869 y en varias ocasiones en Cuba.
Jules Gabriel Verne, nació en Nantes, Francia, el 8 de febrero de 1828 y murió en Amiens, Francia, el 24 de marzo de 1905. Es ampliamente reconocido su trabajo como escritor de novelas de aventuras hasta el punto de ser considerado conjuntamente con H. G. Wells como uno de los padres de la ciencia ficción. Publicó casi 70 libros, y más de 20 cuentos, protagonizados siempre por héroes de buen corazón que luchan contra las injusticias, y ven en la ciencia, sobre todo al principio de su obra, el motor para un avance ético de la sociedad.
El francés escribía de manera clara y cautivante, aporta muchos detalles que permiten al lector imaginar, casi vivir, todo lo que sucede. Su manejo de las ciencias naturales es adecuado, lo que muestra que su entendimiento de las mismas resulta muy amplio. Hace descripciones detalladas de animales marinos, zonas geográficas, clasificaciones que se utilizan generalmente en la biología para categorizar a los animales en general, entre otros aspectos. Todo apunta a que no cursó estudios de ciencia, sino sus conocimientos los adquirió de manera autodidacta, lo cual sorprende, porque su ilustración fue realmente muy amplia.
Su narrativa atrae al profundizar en la psicología de los personajes, le otorga a cada uno de ellos una personalidad e historia propia que enriquece las historias. La descripción de los buques y las zonas geográficas hacen pensar en algunos momentos que Verne estuvo en el lugar que describe. La representación de los lugares, que son imaginarios, de los artilugios científicos y de los animales, muestran la gran creatividad del escritor o su facilidad para conectar los conocimientos adquiridos previamente.
Un monstruo marino ha disparado las alarmas, y finalmente se organiza una expedición para capturarlo, en la cual se enrolan un célebre profesor de Historia Natural, Pierre Aronnax, su ayudante Conseil y el experto arponero canadiense Ned Land, a bordo de la fragata estadounidense Abraham Lincoln. El monstruo resulta ser un sorprendente submarino a las órdenes del capitán Nemo, y el hecho de que se deba mantener el secreto plantea un grave problema al capitán en cuanto a la liberación de los tres personajes principales.
El capitán Nemo, un sabio atormentado y desengañado de la raza humana, en el que confluyen el individualismo libertario y un exacerbado sentido de la justicia, se ha convertido sin duda en uno de los paradigmas de la novela de aventuras y su presencia ya bastaría para justificar el lugar de honor que ocupa Veinte mil leguas de viaje submarino en el género. Sin embargo, el título contiene muchos otros alicientes: emoción, conocimiento, suspense, personajes inolvidables, lances inesperados…
El autor sabía cómo establecer un contexto para la historia que nos cuenta, lo que, junto a sus descripciones detalladas, hacen pensar que se trata de una historia real. Si el lector no viviera en el siglo XXI y leyera la novela en el XIX, sería probable que pensara que es una historia real.
Esta obra es uno de los hitos de la novela de aventuras y fuente inagotable para la posterior narrativa de anticipación. Es un libro muy adelantado a la época histórica a la que hace referencia, es un buen ejemplo de ciencia ficción. Algunos de los adelantos tecnológicos de los que menciona el libro no se hicieron realidad hasta muchas décadas después, aunque algunos ya existían en planos o prototipos, como por ejemplo el submarino. También, aventurarse a mencionar unas profundidades tan enormes, décadas antes de que se supiera que existía la fosa de Las Marianas, es realmente sorprendente. Ese es uno de los grandes méritos de Verne
Trate de conseguir el libro, la familia menuda de la casa, lo agradecerá. Para tener lectores, hay que empezar con los niños y con textos que los motiven. Veinte mil leguas de viaje submarino es una buena opción por su mezcla de acción trepidante, paisajes exóticos y reflexiones filosóficas.