La Habana, Cuba. – A la doctora Rosa Elena Simeón Negrín la mayoría de los cubanos la recordamos como la brillante Ministra de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, cargo que desempeñó desde el día de la constitución de ese organismo, en 1994, hasta su último aliento en 2004.
La caracterizaba su paradigmática bondad, sencillez y naturalidad, pero la sonrisa que siempre afloraba a sus labios, sin que estos atributos mermaran un ápice su carácter firme, tenaz e intransigente a la hora de exigir la dedicación al cumplimiento de una tarea.
No faltó a ningún reclamo de su tiempo: ejemplar estudiante de Medicina, alfabetizadora, fundadora de los Comités de Defensa de la Revolución y de la Federación de Mujeres Cubanas.
También fue movilizada como sanitaria en la Crisis de Octubre, y militó en la Unión de Jóvenes Comunistas.
Extraordinario legado
Aunque una vez graduada la doctora Rosa Elena Simeón trabajó como investigadora en el Centro Nacional de Investigaciones Científicas, no tuvo reparos en cambiar su perfil profesional hacia la veterinaria, cuando le fue solicitado por necesidades del país.
Hizo notables aportes en el campo de la Virología, disertó en numerosas reuniones científicas, tanto en Cuba como en el extranjero, al tiempo que fue presidenta de la Academia de Ciencias de Cuba, de la cual, posteriormente, fue elegida miembro de honor.
En todas esas responsabilidades mereció incontables reconocimientos, que se resumen en la condición de Heroína del Trabajo de la República de Cuba.
Pero su más extraordinario legado y el monumento vivo que perpetúa su memoria es el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, que construyó desde sus bases, con infinito amor y dedicación.