La Habana, Cuba. – Disfrutar de una paternidad responsable es un derecho de los niños. Además, es herramienta y garantía para una niñez placentera, saludable y feliz.

Resulta importante que el niño crezca en un ambiente rodeado de amor, respeto, y en el que cada cual desempeñe su papel.

Por eso, estará usted de acuerdo o no, pero quien escribe estas líneas no comparte la idea, tradicionalmente divulgada de una generación a otra, de que padre es cualquiera, como suele patentizar el discurso popular. Afirmar eso último sería desconocer el mérito de un ser especial en la familia.

Padre es quien brinda seguridad, confianza, ternura y mano firme cuando también se precisa. Guía, educa, apoya y aconseja a los hijos para enseñarlos a andar, a caminar solos en el largo trayecto de la vida. Es quien se despierta también en las madrugadas, aun cuando los hijos ya están creciditos.

También son únicos

Tanta importancia tiene la madre como la figura paterna en la vida de los menores. Aunque estereotipos y creencias arraigadas restan connotación a esos seres queridos, la realidad es otra. 

Según documenta el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia y la Adolescencia, un papá comprometido y afectuoso aporta mejor autoestima, más habilidades sociales, apoya con un mejor desempeño escolar y entrega bienestar psicológico a los niños y niñas.

Cuando hablamos de padres, siéntase aludido aquel que está siempre, conviva o no; que es consciente de su responsabilidad, la desempeña y se sabe imprescindible en la vida de su hijo.

Cierto es que engendrar puede cualquiera, pero solo aquel hombre que brinde afecto, cariño, orientación, estabilidad emocional y material, debe tener el honor de ser llamado papá.