Holguín, Cuba. – Faustino Oramas Osorio cumple un siglo y una década de su nacimiento en Holguín, a inicios de la república neocolonial, cuando la ciudad era un reducto pueblerino de calles sin pavimento, polvorientas o fangosas según la temporada.

En una región ganadera de fuerte ascendencia canaria, donde el avance azucarero llegó tardío, resultaba escasa la población esclava de origen africano, por lo que amén de subsistir como rareza, las familias negras debieron afrontar la miseria como la gran mayoría de blancos, igual de pobres.

Sobre tal paisaje en que hacer música popular era apenas un pasatiempo de empleados en otros oficios, el joven Faustino buscó sacar algunas notas al tres, en bares de poblados vecinos y bateyes azucareros, a cambio de comer y beber.

Mas la leyenda del Guayabero, sin que reste honores a su natalicio, emergía como acto simbólico en la nueva provincia surgida al norte oriental.

Que baile Marieta

Afirma el productor Richard Ronda de la Torre, representante del El Guayabero y su agrupación, que por su legado como compositor deviene el más universal de los músicos holguineros en su terruño.

Así reveló la musicóloga María Teresa Linares que Faustino mantuvo una fase del Son inicial y primaria, con un tumbao antiguo del tres, tras la picardía de sus sones y guarachas aplaudidas en muchos escenarios.

Para Danilo Orozco, el juglar acentúa un doble sentido lapidario e insinuante, que hace reír, sonrojar o molestar, según el público, pero al decir del mismo Faustino, quien piensa bien o mal es quien escucha.

Sea Cómo baila Marieta, Cuida’o con el perro, Cómo vengo este año, o cualquiera de su docena de composiciones, todas tienen un tumbao distinto, estudiados por el maestro Pancho Amat, quien asegura que el mérito del Guayabero es haberles hallado su raíz, con virtuosismo al expresarlo.