La Habana, Cuba. – No se puede juzgar a un hombre esposado, exclamaría el joven Fidel Castro aquel 16 de octubre de 1953 en un cuartico del hospital Saturnino Lora en Santiago de Cuba, donde eran juzgado él y un grupo de los que asaltaron los cuarteles Moncada y Céspedes meses antes.

La vergüenza de todos los cubanos que lucharon por la justicia y dignidad desde el siglo XIX estuvo presente en aquella magistral autodefensa que Fidel pronunciaría ese día en el hospital, conocida como La Historia me Absolverá.

El auditorio, repleto de secuaces del régimen de Batista, quedó estupefacto y la colosal denuncia de Fidel llegaría luego al pueblo.

Tras 68 años, esa pieza oratoria magistral y programa político-revolucionario para Cuba y el mundo aún tiene vigencia.