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La Habana, Cuba. – Los comandantes Fidel Castro Ruz y Hugo Chávez unieron sus caminos y sus ideales desde su primer abrazo en La Habana en 1994.

Diez años después de aquel histórico momento, con visión estratégica, ambos líderes fundaron un proyecto de concertación política, profundamente solidario y en defensa de la soberanía frente a mezquinos intereses neoliberales y hegemónicos.

La Alianza Bolivariana para los pueblos de Nuestra América (ALBA) echó a andar como alternativa el 14 de diciembre de 2004, y fue sumando fuerzas. La Misión Milagro, la Escuela Latinoamericana de Medicina, el Banco del ALBA, han sido algunos de los frutos de aquellos empeños de Fidel y Chávez para hacer crecer la Patria Grande soñada por José Martí y Simón Bolívar.

Ha sido una ruta compleja, y a la vez esperanzadora para países latinoamericanos y caribeños.

Mano amiga, en tiempos difíciles

La solidaridad, la colaboración, la complementación política, económica y social sustentan la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) y Tratado de Comercio de los Pueblos (TCP).

Son principios invariables, fieles al legado de Fidel y Chávez. Cuando mañana sesione en La Habana su vigésima Cumbre, sus 10 países miembros analizarán un plan de trabajo para 2022, acorde con los esfuerzos necesarios para enfrentar los problemas agudizados por la pandemia.

Estos han sido tiempos muy difíciles, pero no ha faltado la mano amiga para ayudar a contrarrestar su impacto, con personal médico, vacunas, insumos. Con solidaridad. Todas esas acciones, a pesar de hostigamientos y presiones permanentes.

El ALBA, con dinamismo reactivado, tiene que seguir haciendo historia, cerrando  filas en favor de la paz y la estabilidad.

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