Carlos del porto Blanco
La música, así lo siento, debe ser emocional en primer lugar, e intelectual en segundo término. Maurice Ravel
El pasado domingo 18 de mayo, la Sala Covarubias del Teatro Nacional de Cuba se vistió de gala, para su concierto dominical, dedicado a la inauguración de la Feria Internacional Cubadisco 2025, dedicada en esta ocasión al bolero. Y no podía haber mejor elección para esta función que el Bolero de Maurice Ravel, como plato fuerte, teniendo como segunda parte del recital una selección de boleros interpretados por Anais Abreu y Osdalgia Lesmes, con el acompañamiento de Onexys Solana en la guitarra; todos dirigidos por el director titular de la Orquesta, maestro Igor E. Corcuela Cáceres.
El compositor francés Joseph Maurice Ravel, nació en Ciboure, Labort, Francia, el 7 de marzo de 1875 y murió en París, el 28 de diciembre de 1937. Su obra, frecuentemente vinculada al impresionismo, junto con su contemporáneo Claude Debussy, muestra además un audaz estilo neoclásico y, a veces, rasgos del expresionismo, y es el fruto de una compleja herencia y de hallazgos musicales que revolucionaron la música para piano y para orquesta. Reconocido como maestro de la orquestación y por ser un meticuloso artesano musical, cultivando la perfección formal sin dejar de ser al mismo tiempo profundamente humano y expresivo.
Bolero es una obra musical creada por el compositor francés de 1928 y estrenada en la Ópera Garnier de París el 22 de noviembre de ese mismo año. El inmediato éxito y la rápida difusión universal de la pieza, dedicado a la bailarina Ida Rubinstein, lo convirtieron no solamente en una de las más famosas obras del compositor, sino también en uno de los exponentes de la música del siglo XX. Según expresa Luis Manuel Molina en el programa de mano, la comisión de Ida era para orquestar seis piezas para piano de la Suite Iberia de Issac Albéniz. Sin embargo, Ravel percibió posibles problemas de derechos de autor y abandonó el proyecto, decidiendo utiliza la melodía original de una “cierta cualidad insistente” que se convertiría en la pieza que conocemos.
Para cumplir con los requisitos del encargo, el compositor eligió como base rítmica el bolero del siglo XVIII, un hibrido de polonesa, chacona y zarabanda que, sin perder el carácter apasionado de una danza de cortejo, atenuaba la excesiva sensualidad del fandango. Según su aitor, Bolero es una obra que no contiene musuca y es que Ravel inventa el prodigio de la variación reiterativa al lograr que todo siga siendo igual y, a la vez, siempre diferente. En la obra se manejan muy pocos elementos compositivos que se convierten en factores constantes sometidos a continuas variaciones tímbricas, dinámicas, a las que se irán sumando cambios en la textura, cada vez más densa y en la armonización. Nunca se dejan de escuchar dos ostinatos de dos compases, uno asignado de forma permanente a la caja de carácter puramente rítmico, y otro que aparece en las cuerdas graves para acentuar las pulsaciones métricas y servir de acompañamiento a las melodías. Esos dos temas, repitiéndose, se irán alternando en perfecta simetría.
El primer gran éxito del Bolero tuvo lugar la misma noche del estreno y fue Ida Rubinstein la encargada de protagonizar la versión coreográfica de la obra, en la que una mujer baila sobre la mesa de una taberna española rodeada de hombres que la miran fascinados. A medida que la música y la danza se animan y crecen, los espectadores se van excitando cada vez más. Comienzan a imitar el pulso de la música con palmas y tacones hasta que al final de la pieza salen a relucir los cuchillos y se produce una batalla campal. En enero de 1930, el propio Ravel dirigió la primera interpretación en concierto de la pieza, al frente de la Orquesta Lamoreaux. En cuba se interpretó por primera vez en el Teatro Nacional (hoy Gran Teatro Alicia Alonso) por la Orquesta Filarmónica de La Habana bajo la dirección del maestro Amadeo Roldán el 27 de diciembre de 1931.
Pese a que Ravel dijo que consideraba la obra como un simple estudio de orquestación, el Bolero esconde una gran originalidad, y en su versión de concierto ha llegado a ser una de las obras musicales más interpretadas en todo el mundo, al punto de que hasta el año 1993 permanecía en el primer lugar de la clasificación mundial de derechos de la Société des auteurs, compositeurs et éditeurs de musique (SACEM).
Por la interpretación de la pieza fueron felicitados por el director los ejecutantes titulares de la flauta, clarinete, fagot, trompeta, la totalidad de las flautas, la sección de cuerdas, los redoblantes y los saxofones.
La segunda parte del concierto con el acompañamiento de la Orquesta, estuvo compuesta por la interpretación de los siguientes boleros: Esta casa, Llanto de luna, Amor fugaz, Alma con alma, Este amor que se muere, Aquellos ojos verdes, La vida es un sueño, Dos gardenias, Imágenes, La sitiera y te extraño. La ejecución orquestal de estas piezas mereció el reconocimiento por parte del Director de los titulares de los trombones, flautas, oboes, chelos y la pianista.
Un buen comienzo para el Cubadisco 2025. Están invitados para el próximo concierto el domingo 25 de mayo a las 11 a. m. en la Sala Covarrubias del Teatro Nacional, que tendrá como programa, una selección de boleros, dirigirá a la Orquesta el mexicano Guillermo Villareal y estarán invitados la española Pilar Boyero y el cubano Jorge F. Leyva.