La Habana, Cuba. – El naturalista, explorador y geógrafo británico, James Bruce de Kinnaird, nace en Kinnaird, Stirlingshire, Gran Bretaña, el 14 de diciembre de 1730 y muere en Edimburgo, el 27 de abril de 1794. Es recordado por haber buscado durante unos doce años las nacientes del Nilo Azul, un largo río africano que nace en Etiopía y discurre también por Sudán, donde se une, en Jartún, con el Nilo Blanco, para dar formalmente lugar a la formación del Nilo.
El primer europeo que se cree vio el Nilo Azul en Etiopía y la fuente del río fue Pedro Páez, un jesuita español que habría llegado a la fuente del río el 21 de abril de 1618. Sin embargo, el portugués João Bermudes, que se autodescribía como Patriarca de Etiopía, había dado antes la primera descripción de las cataratas Tis Issat en sus memorias (publicadas en 1565), y algunos europeos que vivieron en Etiopía en el siglo XV, como Pêro da Covilhã, podrían haber visto el río mucho antes que Páez, aunque ninguno llegó a su lugar de origen. También el misionero jesuita portugués Jerónimo Lobo alcanzó la fuente del Nilo Azul en 1629 y en 1770 el escocés James Bruce las reencontraría el 14 de noviembre de 1770.
El Nilo Azul nace en el lago Tana, un gran lago de 2156 kilómetros cuadrados localizado en la meseta norte de Amhara, a 1788 metros de altitud. A ese lago llegan unos cincuenta arroyos que se mezclan en sus aguas; al más grande de todos ellos los etíopes le llaman Abbay Wenz, «río grande» o, comúnmente, Abbay, y dicen que es el verdadero Nilo Azul; nace en un bosquecillo de árboles que se elevan en una pradera de hierba corta, en un lugar donde las aguas emergen burbujeando de unos pozos que se encuentran ocultos entre la vegetación. A unos 32 kilómetros del lago Tana, hacia el sureste, en la meseta etíope, surgen las cataratas del Nilo Azul o de Tis Abay, nombre que significa «agua humeante». A partir de ahí ya se le puede llamar, sin ninguna duda, Nilo Azul. El curso del río dibuja una curva muy amplia por el país, en forma de arco, a través de la región montañosa central de Etiopía y después sigue hacia el norte, hacia el Sudán. Ese es un recorrido de más de 800 kilómetros, a lo largo del cual el río va tomando un desnivel de aproximadamente 1200 metros. Las aguas van excavando poco a poco un cañón, cuyas paredes son de roca volcánica, que llega a tener una anchura de 25 a 30 metros, al mismo tiempo que van transportando hacia el desierto el limo que proporcionan las tierras altas de Etiopía.
En Sudán, el río recibe por la margen derecha a su principal afluente, el río Dinder, con 480 kilómetros de longitud, que también nace cerca del lago Tana, pero que tiene un curso muy diferente, siempre hacia el oeste-suroeste. El río ha supuesto desde tiempos remotos una barrera que en cierto modo dividía el país en dos. Durante muchos años y hasta el siglo XX sólo disponían de dos puentes construidos en piedra con mortero. Más tarde fueron construidos otros tres mucho más modernos y funcionales, de acero y hormigón, con dos carriles de circulación. El tramo geográfico del Nilo Azul ofrece una serie de dificultades aún hoy en el siglo XXI, como los rápidos, que dificultan la navegación por el río; las cuadrillas de bandidos que merodean por aquellas tierras, los indígenas de la cuenca baja cuyas jabalinas pueden llegar a ser un peligro para cualquier visitante; los cocodrilos, de gran tamaño; el calor asfixiante y los parásitos que provocan enfermedades febriles.
Tras su recorrido por las tierras etíopes, el Nilo Azul llega a Jartún en Sudán y allí se une con el Nilo Blanco; juntos darán sus aguas al Nilo propiamente dicho. Las inundaciones anuales del Nilo se deben en gran parte al Nilo Azul que ofrece a lo largo del año muchas variaciones en su caudal. En la confluencia en Jartún de ambos ramales, el Blanco y el Azul, el Nilo Azul aporta alrededor del 80% del caudal total del Nilo, mientras que el Blanco aporta el 20% del agua del Nilo restante.