La Habana, Cuba. – Cuatro meses después de regresar del exilio de Miami, Ciudad de México y Nueva York, bregando por la revolución cubana, José Rodríguez Vedo saltó del tercer piso de un edificio de la calle B, en el Vedado capitalino, antes de dejarse atrapar por la policía batistiana.
A Tato, como le decían, el 10 de julio de 1958 lo atraparon para intentar una delación, pero el miembro del Directorio Revolucionario y militante activo desde la clandestinidad, prefirió inmolarse.
Capturado y acribillado a balazos, las fuerzas represivas arrastraron el cuerpo de aquel joven que nunca faltó a un acto de rebeldía estudiantil desde su natal Camagüey y, clandestino en La Habana, sufrió la persecución del sanguinario Esteban Ventura.
José Rodríguez Vedo, Tato, entró a la historia ofrendando su valiosa vida, apenas unos meses antes de lograrse la independencia cubana.
Pillín
Junto a José Rodríguez se hallaba Pedro Pablo Martínez Brito, miembro del Directorio Revolucionario y del Movimiento 26 de Julio, quien también perdió la vida.
En su natal Ciego de Ávila, Pillín, así le decían, participó en la fundación de la Federación de Estudiantes del Instituto de Camagüey, organización que logró el derecho a expresar criterios sobre la calidad de las clases, competencia de los profesores y requerimientos de los exámenes.
En La Habana, matriculó en la Facultad de Ciencias Comerciales, estuvo entre los que llegaron a Radio Reloj el 13 de marzo de 1957, y pasó a la clandestinidad.
A la muerte de Pedro Martínez, por tiro a la cabeza, los avileños realizaron una enorme manifestación, decretaron duelo y las escuelas cesaron las clases; una gran bandera cubana y las notas del Himno Nacional lo acompañaron hasta el cementerio.