La Habana, Cuba. – Una de las primeras leyes revolucionarias que materializó la aspiración de todos los campesinos cubanos fue el establecimiento de la primera Ley de Reforma Agraria.

Se entregaba así la tierra a sus verdaderos dueños: los campesinos que la trabajaban y dejaban su vida en ella.

Con la firma por Fidel de esa ley, como él mismo señaló: liberó a la masa campesina y a la masa obrera de la explotación: 100 mil arrendatarios, aparceros y precaristas, se convirtieron en propietarios en virtud de esa ley; y en virtud de esa ley, los grandes latifundios extranjeros y nacionales estaban condenados a desaparecer.

La primera Ley de Reforma Agraria dio paso a la transformación de la estructura económica y social de Cuba y posibilitó su proceso de desarrollo. Fue un jaque mate a la explotación del hombre por el hombre.

Símbolo del campesinado cubano

El campesino Aniceto Pérez García, conocido como Niceto, asentado en tierras guantanameras y padre de cinco hijos, estaría entre las víctimas de la crueldad de los señores latifundistas.

Con múltiples amenazas de muerte no dejó de batallar por sus derechos y fue asesinado. Por eso, el 17 de mayo de 1961 se crea la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños, ANAP, como tributo a los humildes hombres de campo masacrados por explotadores al servicio de oligarcas y latifundistas.

Con la fundación de la ANAP, Pepe Ramírez fue su primer presidente, un experimentado luchador que estuvo en el Segundo Frente Oriental Frank País durante la lucha guerrillera. La Ley de Reforma Agraria y la ANAP honran a los campesinos caídos y materializan sus sueños de bienestar.