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La Habana, Cuba. – La práctica de la bibliotecología tiene sus precedentes en las antiguas civilizaciones. Su desarrollo ha ido de la mano con la evolución de la sociedad, adaptándose a cada época hasta llegar a la era de la información y el conocimiento. Los profesionales encargados de manejar estos centros tienen en sus manos la responsabilidad de salvaguardar la memoria del mundo ya no solo en las estanterías, sino también en los medios digitales. Se trata de un trabajo que requiere de toda la perspicacia y creatividad posibles para ofrecer al usuario un servicio rápido y pertinente.

En este sentido se ha movido durante 60 años la vida de Araceli García Carranza, una mujer a quien el destino le habló desde muy joven.

Yo vi la Biblioteca (Nacional) envuelta en andamios, cuando se estaba construyendo. Me deslumbró muchísimo, siempre me acuerdo de eso. Por aquellos tiempos mi padre me llevaba al Castillo de la Real Fuerza a hacer mis tareas.

Graduada a principios de la década del 60 de la carrera de Filosofía y Letras, Araceli tuvo clara desde temprano su verdadera vocación. Es por ello que al enterarse de que existían plazas vacantes en la Biblioteca Nacional José Martí (BNJM) fue a entrevistarse con la entonces directora del centro, la Doctora María Teresa Freyre de Andrade, y al ser admitida comenzó formalmente sus labores el 1ro de febrero del 1962.

Empecé con la indización de revistas del siglo XIX y en esta etapa publiqué un volumen de Índices de dicho siglo,  y el Índice de la revista Bimestre Cubana. Pronto pasé al departamento de Colección Cubana, como jefa. Al principio me sentí un poco inhibida porque nunca fui una persona extrovertida, pero fue una etapa de mucho aprendizaje.

A pesar de ser jefa, yo seguí trabajando internamente y pronto me enamoré del trabajo Bibliográfico. Eso fue debido a que Don Fernando Ortiz había vendido a la Biblioteca Nacional su colección y cuando estuve ante aquella papelería sentí la necesidad de organizarla.

Fue así que, inspirada en el trabajo de Domingo Figarola Caneda, primer director de la BN, Araceli encontró su pasión por la rama de la Bio-Bibliografía, el estudio de la trayectoria vital y la descripción de la obra de una persona. A partir de ese momento desarrolló disímiles trabajos de este corte relacionados con Ramiro Guerra, María Villar Buceta, Loló de la Torriente, Alejo Carpentier, entre otros. Con la obra de este último mantuvo una estrecha relación al punto de que en la actualidad se mantiene colaborando con la fundación que lleva su nombre a dónde va dos veces por semana.

Araceli habla con orgullo de sus 20 años de trabajo como jefa del departamento de Bibliografía Cubana y explica que hubo etapas de su vida en las que llegaba a las 6 de la mañana y se iba a las 5 de la tarde.

Entre jefatura, repertorios bibliográficos, estudios bio-bibliográficos-críticos, asesorías y servicios he compartido mi tiempo. Yo me he entregado plenamente a la Biblioteca Nacional y creo que podía haber hecho más porque las jefaturas absorben mucho.

A mí me apasiona el servicio. Eso es lo más importante en la vida de un bibliotecario; y cualquier bibliotecario desde cualquier posición debe dar servicios porque la relación con el lector propicia el aprendizaje de ambas partes. 

A pesar de sus 85 años Araceli continúa activa laboralmente. En este momento trabaja en la obra del Doctor Armando Hart Dávalos, en el archivo Crónicas que dirige su viuda, y con ella logró publicar un primer volumen sobre este intelectual cubano.

No me interesa descansar porque cuando no tengo nada que hacer no me siento bien y trato de pensar que voy a hacer el día siguiente. Ser útil es muy importante. Cuando doy servicio con uno de mis repertorios me siento muy feliz porque puedo satisfacer la demanda con lo que yo busqué, encontré y sistematicé.

Volver a ser bibliotecaria si tuviera la oportunidad es un deseo más que claro para quien le corre la vocación por las venas. Araceli García Carrazana encuentra en la bibliotecología el poder de organizar la cultura y el conocimiento.

Siempre me ha interesado mezclar la bibliotecología con la cultura, y no hacer del trabajo bibliotecológico algo eminentemente técnico. El conocimiento es tan grande que es imposible de abarcarlo y la bibliotecología es el camino para poder desentrañar un tanto todo lo que el hombre ha creado. Las bibliotecas son caminos de conocimientos. Los bibliotecarios somos modestos porque sabemos que no sabemos nada.

Siempre hay algo por hacer porque la cultura cubana es riquísima y tiene grandes figuras que merecen la pena que se trabajen como es debido en cuanto a lo que es el orden que requiere la obra de cada uno de ellos.

Como resultado de su trabajo ha recibido diversas condecoracionesy reconocimientos, como lo es la Medalla Raúl Gómez García, la más alta distinciónque confiere el Sindicato Nacional de la Cultura en Cuba.

Pero si aún no fueran suficientes los lazos profesionales que atan a Araceli a la BNJM, también fue en este lugar donde encontró a su compañero de vida, el periodista de Radio Habana-Cuba, Julio Domínguez, con quien afirma haber tenido un matrimonio ejemplar y se siente agradecida por el apoyo que siempre le brindó.

Vivir en la era de la información nos hace muy privilegiados con respecto a siglos atrás cuando el acceso al conocimiento era exclusivo de un reducido número de personas. El reto de estos tiempos es saber qué consumir de ese inmenso caudal de información que pulula en la red de redes. Sobre este particular Araceli explica que no puede haber un divorcio de lo tradicional y lo digital y que es en la unión dónde surge el verdadero valor de la bibliotecología en la actualidad.