La Habana, Cuba. – Agilidad asombrosa para improvisar con exquisitez poemas y décimas y un refinado vestir fueron pautas del Poeta del son cubano, Ignacio Piñeiro Martínez, director del Septeto Nacional.

Respetado como uno de los más emblemáticos exponentes del son y sus mixturas, irrumpió también en la canción, la conga, el danzón, guaguancó, guaracha, pregón, rumba y villancico, con obras que simbolizan lo cubano por encima de cualquier apreciación.

En él fue indeleble la poesía de lo cotidiano y entre sus más icónicas melodías, interpretadas junto al Sexteto Nacional, están Esas no son cubanas, Échale Salsita y Suavecito.

Fallecido en La Habana el 12 de marzo de 1969, Ignacio Piñeiro se coloca en lo perdurable de la cultura nacional; en el disco La rumba soy yo, premio Grammy Latino de 2001, Haila María Mompie canta su Sobre una tumba una rumba.

Échale Salsita

Tanto gustaron a Ignacio Piñeiro las butifarras del cocinero Guillermo Armenteros, El Congo, que las volvió protagonistas del popular son Échale Salsita, compuesto en 1933, en el salón de baile El Cañón, cerca de la Carretera Central.

Así cuenta la periodista Liannet Gómez, y agrega que del típico pregón ¡salsa!, mencionado en las gestiones de ventas de El Congo, surgió la idea de crear el estribillo échale salsita, título de la pieza estrenada en el lugar.

Abilio González destaca en Butifarras del Congo de Catalina de Güines, que el alimento de la comida española fue adaptado a la cubana por el emprendedor hombre, quien ganó el gusto de los pobladores güineros.

En Échale Salsita, son cubano esencial, Ignacio Piñeiro confiesa: “No hay butifarra en el mundo como la que hace El Congo/ son las más ricas y sabrosas/ que yo en mi Cuba he comido”.