La Habana, Cuba. – El 20 de julio de 1983, en el Palacio de la Revolución, Fidel Castro Ruz rememoró la gesta del asalto al cuartel Moncada, el 26 de julio de 1953.
Recordó a los moncadistas que un joven asaltante lo había rescatado de la balacera en que se hallaba solo, ya en la retirada; entonces, uno de los combatientes le dijo que podía dar detalles.
Y habló del carro que se le acercó de marcha atrás, de que Fidel quería atacar el cuartel de El Caney y el chofer contestó que eso era una locura, que allí seguro los iban a estar esperando, y que el Comandante habló cosas bien duras.
A 30 años de los sucesos, Fidel se asombró y preguntó: ¡Verdad que sí! ¿Y cómo tú sabes todo eso?; y Ricardo Santana Martínez, fomentense de nacimiento y artemiseño por adopción, le respondió: Comandante, aquel chofer era yo.
Modestia de un hombre
El rescate de Fidel Castro lo guardó para sí Ricardo Santana y la grabación donde lo cuenta a sus familiares aparece en el libro El artemiseño que rescató a Fidel, de Enrique Garcés.
El modesto combatiente nació el 9 de junio de 1930 en Fomento, Sancti Spíritus, luego la familia se trasladó a Pinar del Río, y después a Mango Dulce, cerca de Artemisa.
Tras el Moncada, Ricardo Santana se exilió en México, regresó, lo encarcelaron, torturaron y liberaron, pasó a la clandestinidad y ya en la Revolución, se entregó a toda tarea; el Hijo Ilustre de Fomento falleció el 11 de febrero de 1997.
A Ignacio Ramonet, Fidel le comentó: Yo quise siempre conversar con ese hombre para saber cómo se metió en el infierno de la balacera que había allí. Pero como en otras muchas cosas, usted cree que tiene 100 años para hacerlo.