La Habana, Cuba. – Cuentan que el joven Fidel -ya con su rebeldía a flor de piel- llegó a la casa familiar en Birán y Angel, el padre, le dijo: Vienes a buscar al chiquito. Así fue. Quería junto a él a su hermano menor. Sabía de sus cualidades y su vocación patriótica. Y Raúl jamás lo defraudó.

Cuando a escasos días del golpe de Estado perpetrado por Batista, los estudiantes universitarios organizaron un simbólico entierro de la Constitución del 40, en peregrinación hasta la Fragua Martiana -al frente, portando la bandera cubana- iba Raúl.

Fidel entró con fuerza telúrica en la historia de Cuba, apegado a su pensamiento de sagaz estratega político, puestas las luces de largo alcance. A su lado, siempre, su hermano de sangre y de convicciones: Raúl, el chiquito que creció en el fragor de la lucha armada y en la batalla cotidiana por hacer avanzar la Revolución.

Raúl es Raúl 

El General de Ejército Raúl Castro cumple hoy 90 años. Se le sabe ajeno a lisonjas, pero es imposible rehuir de la justicia histórica y rendirle honores a quien, como Fidel, ha estado siempre delante: desde los días del Moncada, la prisión, el exilio, el Granma y la guerra iniciada en la Sierra Maestra con apenas siete fusiles, hasta el triunfo de esta Revolución heroica que nada ha podido derribar.

Fidel es Fidel, dijo Raúl con emoción cuando debió asumir las responsabilidades del líder. Y lo hizo con autoridad, inteligencia, rigor y pragmatismo. Porque también Raúl es Raúl, y -alejado ya de cargos de dirección- sigue siendo útil su ejemplo de hombre cabal, exigente, sensible.

Está ahí, al servicio de la Patria, confiado en las virtudes de este pueblo todo coraje; ése que se agiganta ante pruebas muy duras, con el optimismo de Raúl cuando sostiene que sí se puede.