La Habana, Cuba. – 1961 fue crucial para la Revolución Cubana, declarada socialista poco antes de librar victoriosamente su batalla en Playa Girón frente a una invasión mercenaria financiada y organizada por Estados Unidos.

El país estaba en pie de guerra. La escalada de agresiones combinaba actos terroristas, golpes a la economía y el accionar de las bandas contrarrevolucionarias. Pero en medio de tantas tensiones, la campaña de alfabetización seguía su curso, al igual que otros planes de desarrollo.

En un contexto en que la defensa de la Revolución era urgencia vital, su líder Fidel Castro dedicó tres días de junio a reunirse con artistas y escritores en la Biblioteca Nacional, con debates intensos sobre los retos de la creación en el proceso revolucionario y cómo extender la cultura al pueblo.

El 30 de junio Fidel hizo una intervención, conocida como Palabras a los Intelectuales.

Cultura sin élites

La serie de reuniones de Fidel con escritores y artistas aquel junio del 61 fue un intercambio necesario para disipar recelos, esclarecer caminos, trazar estrategias.

El líder de la Revolución argumentó cómo carecían de sustento inquietudes sobre las presuntas intenciones de limitar la libertad para la creación artística. “La Revolución -enfatizó Fidel –significa precisamente más cultura y más arte”, y los convidó a sumarse a ese cauce, a ser actores, no espectadores.

En sus Palabras a los Intelectuales habló de escuelas de arte, de instituciones culturales en ciernes y de la fundación de la que poco después sería la Unión de Escritores y Artistas de Cuba.

Expuso, en fin, las bases que sustentan la política de una Revolución que abrió vías a la cultura para hacerla patrimonio del pueblo y que, como entonces, defiende ante todo su derecho a existir.