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La Habana, Cuba. – El médico cirujano Leonid Ivánovich Rógozov anotó: «No pude dormir en toda la noche. ¡Me duele como el demonio! Una tormenta de nieve azota mi alma, gimiendo como 100 chacales».

Tenía 27 años, integraba la sexta expedición antártica soviética, era el único médico de la base Novo-Lázarevs-Kaya y los síntomas indicaban apendicitis; en la decisión entre operar o morir, se aferró a la primera.

En el invierno polar escogió dos ayudantes, la anestesia general era imposible y tenía miedo; obró al tacto, sin guantes, en algún momento casi perdió el conocimiento, descansaba segundos, hasta que sacó el apéndice: la operación terminó cerca de la medianoche.

Fue el 30 de abril de 1961 y el cirujano ruso Leonid Rógozov había logrado la hombrada de auto operarse en medio de condiciones altamente adversas; dos semanas después, reanudó sus actividades.

Héroe ruso

Las vicisitudes del cirujano ruso Leonid Rógozov no terminaron con la hazaña de auto operación, pues al regreso a la patria, el equipo de la expedición fue evacuado en aviones monomotor y de forma dramática uno de los transportadores casi cae al mar.

El día después del retorno, acudió a su hospital y retomó su carrera; convertido en héroe nacional, recibió la Orden de la Bandera Roja del Trabajo; luego hizo el doctorado, trabajó en varios hospitales y fue jefe de cirugía del Instituto de Investigación de Neumonología Tuberculosa; falleció en el 2000, de cáncer de pulmón.

Cuba también registró en 1885, un caso de auto operación protagonizado por el médico Joaquín Albarrán, al frente del Servicio de Difteria en el Hospital de Niños, en París.

Contagiado, abrió la tráquea, introdujo la cánula, luego cerró la herida y terminó la auto operación.