Martí sigue en el alma y el pensamiento de los cubanos

La Habana, Cuba. – Cuando no tengo fuerzas para mí, las tengo para mi Patria, le confesó José Martí a su amigo mexicano Manuel Mercado.

El hombre que desde su adolescencia sufrió las penas del presidio político, el destierro y la persecución, hizo de su vida un apostolado por la causa de la independencia de Cuba. Vivió sin sosiego. Fue poeta, escritor, periodista, orador, diplomático; pero ante todo patriota, y ese sentimiento lo llevó tan dentro en su corazón que luchar por la libertad de esta tierra se convirtió para él en deber sagrado.

A 167 años de su nacimiento, Martí sigue estremeciendo a cada cubano orgulloso de sus raíces. Tanta es su grandeza. En su hora de redención, Cuba lo tuvo entre sus hijos más preclaros.

El que supo aunar voluntades, eliminar discordias, convencer a los escèpticos, alentar el espíritu revolucionario. Martí confió en la unidad como camino hacia la anhelada emancipación.

Cuba es martiana

José Martí es alma y heraldo de la Revolución Cubana iniciada en el siglo XIX y que se afinca en estos tiempos contra viento y marea.

Su pensamiento político está más vivo que nunca, como referente para esclarecer caminos, entender conflictos, buscar respuestas lúcidas.

Martí confió en las virtudes del pueblo para llevar adelante la guerra necesaria que pondría fin al dominio de la metròpoli española y a la vez frenaría la voracidad imperial del desdeñoso vecino del Norte. Cayó en combate apenas reiniciada la contienda y sus anhelos de justicia plena tardaron en fraguar más de medio siglo. Cuba venera a Martí, un héroe sin flaquezas cuyas enseñanzas no se desvanecen y siempre alertan sobre las vilezas de personajillos anexionistas enfermos de yanquimanía, incapaces de aprender las verdades de la historia. A Cuba nadie puede escamotearle a Martí, con su honda de David.

 

Etiquetas: - -