La Habana, Cuba. – El libro Reportaje al pie de la, del periodista y escritor checoslovaco Julius Fucík, concluye con la siguiente frase: ¡Estad alertas! Ese mensaje del 1943 ha sido desoído por muchos y el fascismo surge hoy como las flores en la primavera. Evidentemente las enseñanzas de la historia no son estudiadas por muchos líderes políticos.

El libro que comento hoy “A fin de cuentas” del periodista soviético Borís Polevói, publicado por la Editorial Progreso de la Unión Soviética a finales de los años 60 del siglo XX debe ser leído o releído por su actualidad. En él se describe el juicio de Nuremberg, considerado el más importante que recoge la jurisprudencia, en el cual se juzgó a los jerarcas nazis que llevaron al mundo al borde la catástrofe.

El autor es Borís Polevói, corresponsal del periódico Pravda, quien encabezó al grupo de periodistas soviéticos en ese acto. Este corresponsal se lanzó en paracaídas en la retaguardia del enemigo, estuvo en Stalingrado, presenció la rendición de Paulus, bajó del primer avión en la Praga combatiente, estuvo en el río Elba cuando el encuentro entre las tropas soviéticas y estadunidenses y en Berlín durante la toma del Reichstag. Polevói fue un protagonista activo de la guerra y miró directo a los ojos al fascismo alemán.

La trascendencia del Proceso de Nuremberg no se debió solamente a las monstruosidades de los crímenes cometidos por el nazismo contra la humanidad, revelados al mundo en el curso del juicio. Lo esencial fue que, por primera vez en la historia, los pueblos que habían derrotado a los ejércitos del nazismo, hicieron sentarse en el banquillo de los acusados a los autores de la guerra, dirigentes del Estado imperialista más agresivo. Lo principal fue que, en el proceso, la ideología nazi, esa quintaesencia de la ideología imperial, fue desenmascarada ante la humanidad, fue puesta en la picota, y los jefes del nazismo, por decisión del Tribunal Militar Internacional, sufrieron el castigo merecido. Lo principal fue, finalmente, que ese juicio mostró de qué peligro mortal salvó a la humanidad la gran hazaña del Ejército Soviético, aunque otros quieran hacer otra historia.

En el antepenúltimo párrafo el autor plantea algo que quisiera compartir con los lectores de columna a la luz de los acontecimientos del 6 enero de 2021 en Washington D.C y del actual conflicto en Europa: “¿y Nuremberg? Entre los dieciocho acusados, que constituían la más alta jerarquía del nacionalsocialismo, no hubo ni uno que dijera una sola palabra en defensa de unas ideas en aras de las cuales los nazis habían exterminado y quemado a millones de personas, llevando a las llamas de la guerra a toda Europa. Hasta en sus últimas palabras, cuando la muerte se cernía ya sobre ellos, mentían, trataban de escabullirse, intentaban presentarse como engañados; y su partido, ante cuya fuerza temblaban recientemente los pueblos vecinos, se había esfumado cual venenosa niebla, al menos de momento, aunque, naturalmente, razón tenía Yaroslav Galán, al decirme en cierta ocasión que la mala semilla puede estar en el suelo decenas de años, esperando condiciones favorables.

El periodista muestra en el texto los horrores cometidos por la Alemania Nazi y a sus protagonistas, pero va más allá, pues analiza el comportamiento humano y profundiza en las causas de esta hecatombe. Ojalá logre motivar a algunos a buscar y leer este libro y si fuesen jóvenes la dicha sería doble. Ah, recuerden, si me ven por ahí me saludan.