La Habana, Cuba. – Tras un amplio proceso de consultas y debates populares, el Código de las Familias quedó aprobado en septiembre último, en referendo que evidenció el gran espaldarazo social a un texto considerado entre los más avanzados de su tipo a nivel mundial.
Precisamente, los debates y consultas expresaron la dualidad entre el pensamiento conservador y el pensamiento progresista, manifiesta entre la tradición de las formas convencionales que consideran a la familia como garante del bienestar y la felicidad de los niños, niñas y adolescentes, y de una justicia que se actualiza a tenor de los cambios sociales.
Discrepancias sobre temas como el matrimonio igualitario, la responsabilidad parental y la gestación solidaria pusieron contenidos y tensiones al proceso creativo de una norma que se parece más a lo que somos y a lo que decidamos ser como país.
Una norma de avanzada
La inclusión, el reconocimiento y la aceptación de todas las formas de relaciones que potencien la dignidad humana hacen del Código de las Familias una norma de avanzada.
En ella resaltan los derechos y las garantías de los niños, niñas y adolescentes, ancianos y ancianas, personas con discapacidad, personas de la comunidad LGTBI+ y víctimas de violencia en cualquiera de sus manifestaciones.
De igual forma asume el mismo valor, reconocimiento y protección para todos los tipos de familias, tanto en la forma de matrimonio como en la de unión de hecho afectiva, y no prevalece ningún tipo sobre otra.
El Código de las Familias promulga el ejercicio de deberes familiares sobre la base del amor, los afectos, la consideración, la solidaridad, la responsabilidad y el respeto mutuo.