La Habana, Cuba. – La aceitada y extensa maquinaria mediática hegemonista tiene la tarea clave de imponer en la conciencia pública los esquemas reduccionistas y burdos que intentan sustentar la geopolítica del injerencismo.
Y a esos presupuestos que incluyen las pretendidas intervenciones humanitarias o los disfraces de terroristas, se suma el embuste de los “estados fallidos”, que se aplica con intensidad y mano suelta contra los blancos más perentorios de Washington.
“Estado fallido” significa nación hundida en el caos, perdida en las contradicciones y la desidia internas, y potencial peligro para sus vecinos o el titulado orden global.
Y en la lista de culpables Made in USA no podían faltar en esta región países incómodos a los designios de la Casa Blanca como Venezuela, Cuba, Nicaragua o cuanto gobierno defienda la soberanía nacional.
De la historia
La letanía de los «Estados fallidos», entre los cuales clasifica Cuba por designio de la Casa Blanca, no es precisamente de hoy.
Estados fallidos, es decir, pueblos y gobiernos supuestamente ineptos y caóticos, fueron declarados en su momento Iraq, Afganistán, Libia y Siria.
Los tres primeros son ruinas de lo que antes fueron, y el cuarto, luego de dos decenios de lucha contra la guerra terrorista que se le impuso, puede ya saborear la cercanía de una costosa victoria.
Lo que no debe olvidarse ni un minuto es que la demonización del pretendido enemigo y su descrédito no es más que el puente para la injerencia desmedida y fratricida como inicio del desmonte de todo proyecto político, económico y social que no se avenga con los intereses hegemonistas. Una historia que no admite desmemoria.