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Una de las herramientas de dominación más hipócritas y violadoras de los derechos humanos de poblaciones enteras ha vuelto a ser condenada en la ONU, cuando la Asamblea General debatió este jueves en torno a la Eliminación de las medidas coercitivas unilaterales y extraterritoriales como instrumento de coacción.

El tema fue introducido por el Grupo de Amigos en Defensa de la Carta de las Naciones Unidas y resultó tribuna que denunció prohibiciones, presuntas sanciones y otras arbitrariedades políticamente motivadas, con las que países poderosos intentan torcer el destino de naciones «incómodas».

Junto a Rusia, el país sobre el que pesan hoy mayor cantidad de esas medidas, se escuchó a Venezuela, víctima de un castigo que derrumbó su industria petrolera, y a Cuba, nuevamente apoyada en su demanda de levantamiento del bloqueo.

Guerra sucia

A contrapelo de las muchas veces en que las medidas de coerción, políticas y económicas, han sido condenadas en distintas instancias de la ONU, la práctica de este método coercitivo, que forma parte de las llamadas guerras de cuarta generación, se incrementa.

Estudios han establecido que su empleo ha crecido particularmente desde la entrada de los años 2000, y que la mayor parte de ellas han sido impuestas por Estados Unidos y países de Europa.

Esas investigaciones arrojaban, hasta agosto pasado, la aplicación de más de 26 mil medidas punitivas dictadas contra 30 naciones.

Mientras, foros especializados de la ONU han remarcado su impacto negativo para las economías y, por tanto, para las poblaciones de esos territorios: otra verdadera burla a los derechos humanos de que blasona Occidente, donde están los ejecutores de esa política.