Holguín, Cuba. – Ningún usuario de redes sociales u otros servicios de Internet, conocedor de su arquitectura de poder, podría negar que la red de redes disponga de un amplio arsenal, para inducir estados de opinión convenientes a sus estrategas, en cualquier ámbito.
La forma en que se distorsiona el conflicto del Donbás, por ejemplo, y cómo se crea una imagen desfigurada sobre sus auto proclamadas repúblicas, que convierte a los pobladores de víctimas en victimarios, es apenas una muestra de manipulación.
Aunque se argumenta con fuerza, pocas personas reconocen que las redes sociales operan con la información de nuestras propias interacciones y amoldan su gestión de contenidos hacia cada uno de nosotros, en tanto nos seducen.
Su capacidad tecnológica es inconmensurable, para sembrar reflejos condicionados y provocarnos cambios en el conocimiento, las actitudes y hasta la voluntad.
Guerra contra Cuba
El teatro de operaciones mediáticas contra la nación cubana, soberana e independiente de los designios yanquis, si bien no es novedad en la política del vecino norteño, sí busca oportunidades para frustrar la libertad de Cuba mediante la invasión de las conciencias a través de las redes.
La experiencia acumulada por los estrategas del imperio en otras latitudes, como la llamada Primavera Árabe o el Maidán neonazi en Ucrania, les entusiasman a la aventura de recolonizar el archipiélago mayor del Caribe.
Se trata de una guerra con todos sus ingredientes y las decisiones e intenciones del estado mayor enemigo están declaradas públicamente y recogidas en ley por el Congreso de Estados Unidos.
Sería mucho más que ingenuo desconocer que en la comunicación mediática nada es fortuito y, ante la guerra edulcorada que se nos hace también a pensamiento, nadie dude que la orden de combatir esté dada.