La Habana, Cuba. – El llamado Síndrome de La Habana no es una nueva enfermedad, sino una colección heterogénea de enfermedades, como acaban de admitir las principales agencias de inteligencia de Estados Unidos, afirmó a Radio Reloj el director del Centro de Neurociencias de La Habana, Mitchell Valdés-Sosa.
El científico, quien integró el grupo de expertos cubanos que investigó los supuestos ataques sónicos contra diplomáticos estadounidenses acreditados en La Habana, destacó la coincidencia con el estudio hecho público hace dos años por los especialistas cubanos.
Es interesante que llegaran a la misma conclusión que la Academia de Ciencias de Cuba, partiendo de fuentes de información distintas, de supuestos diferentes y hasta de desiguales visiones del mundo, ahondó el Doctor en Ciencias.
Valdés-Sosa subrayó que lo ocurrido no fue causado por ninguna fuente de energía dirigida, como una hipotética pistola de microondas.
Realidad y creencia
El director del Centro de Neurociencias de La Habana, Mitchell Valdés-Sosa, señaló que los diplomáticos estadounidenses supuestamente atacados en La Habana tenían una colección de enfermedades prexistentes, a las que se sumaron el estrés y condiciones ambientales.
Los diplomáticos empezaron a atribuir varias dolencias que tenían una causa común, lo que fue reforzado por una actitud no responsable de los médicos y agencias del gobierno estadounidense que manejaron lo sucedido, apuntó el investigador.
Recordó que la comunidad científica internacional reaccionó con mucha fuerza cuando en Estados Unidos empezaron a presentarse las supuestas evidencias, que eran muy insuficientes y tenían muchos errores.
Valdés-Sosa dijo que en ese caso hubo un sesgo de confirmación, que ocurre en ciencia cuando hay una hipótesis no demostrada que se acepta como verdad y todos los hallazgos se adaptan al supuesto.