Era necesaria la condena al intento golpista en Bolivia que el ALBA-TCP ha formulado este miércoles, en Cumbre extraordinaria. Aunque la pretensión de tomar el gobierno, hace tres semanas, fue defenestrada enseguida por el pueblo y el ejecutivo bolivianos, el peligro sobre la nación andina se mantiene latente.
La denuncia de una maniobra mediática, entre otras agresiones para horadar la confianza en las autoridades de aquel país y socavar su poder, se une al suceso protagonizado por militares traidores y explica la necesidad de expandir la denuncia, y cerrar filas.
En la integridad de la democracia boliviana va la propia integridad del resto de las naciones de la región, pues la amenaza de la derecha y el imperio planea contra todos los procesos progresistas que se desarrollan en Latinoamérica y el Caribe.
La salvación del otro es nuestra propia salvación.
Oídos receptivos
El llamado a la unidad reiterado en la Cumbre del ALBA, no debe resultar solo un exhorto a la actuación de pueblos y gobiernos, sino de los movimientos revolucionarios y progresistas en cada una de nuestras naciones.
La división solo allana el camino a la reacción y a la derecha, y esa alerta es hoy más pertinente que nunca, incluyendo a las fuerzas de izquierda dentro de Bolivia.
Trascendente fue también que el ALBA denunciara la labor de zapa y a favor de los apetitos imperialistas del presidente argentino, Javier Milei, de cuya política se dijo que solo alienta el odio, la polarización y la desestabilización de pueblos dignos y soberanos.
A las puertas de otra elección presidencial en Venezuela, la sólida postura del ALBA es igualmente útil para frenar los propósitos de la derecha local y estadounidense de deslegitimarla.