La Habana, Cuba. – A lo largo de la historia, Estados Unidos ha sido tierra de acogida de inmigrantes. También, por supuesto, lugar de asentamiento para cubanos.
Pero a partir del triunfo de la Revolución el fenómeno de la migración ha sido para los gobiernos estadounidenses un instrumento político, perverso e hipócrita.
Tras las transformaciones radicales iniciadas en la sociedad cubana, desde Washington se desató un aluvión de actos terroristas, sanciones económicas, presiones políticas y hasta una invasión militar. Y se incitó a la emigración, con un programa diseñado para refugiados cubanos. La intención era clara: privar a Cuba de recursos humanos vitales para su desarrollo.
Desde entonces, los gobiernos de Estados Unidos NO han renunciado a su política de asfixia hacia Cuba, para obstaculizar su progreso y fomentar el desaliento y la desesperanza en su población.
Una política sucia
Tensiones políticas azuzadas por Washington provocaron en 1980 la llamada crisis del Mariel, cuando decenas de miles de cubanos llegaron hasta la Florida.
El impacto demoledor del período especial de los años 90, y otra vuelta de tuerca más al bloqueo, llevaron a otra oleada de emigrantes. Ahora el escenario se repite, al combinarse los efectos de una pandemia, la precariedad de la economía cubana y la extrema política del bloqueo.
Al amparo de legislaciones que sólo benefician a ciudadanos cubanos, Washington estimula la migración para desacreditar al gobierno de la Isla.
Durante años incumplió su compromiso de otorgar una cuota anual de visas, sin importarle que el tránsito fuera por vías irregulares e inseguras.
Ante la avalancha de migrantes de varios países, el presidente Biden recién anunció un plan para restringir su entrada…también a los cubanos.