La Habana, Cuba. – El rescate del entonces niño Elián González por las fuerzas del FBI y su devolución a su padre Juan Miguel hace ya 25 años, constituye uno de los sucesos más dramáticos de la hipócrita política migratoria de Estados Unidos hacia Cuba.
La orfandad materna de Elián en medio del mar fue apenas uno de los miles de casos de cubanos estimulados a la emigración ilegal por los privilegios que históricamente les brindó Washington, mientras obstaculizaba la entrega de visas.
El propósito ha sido manipular a la opinión pública para mostrar, supuestamente, un país «en fuga». Pero la pretensión de convertir en tutores a parientes lejanos del niño que vivían en Miami y desconocer a su papá fue la más abyecta de las maquinaciones, cuando la ultraderecha floridana quiso convertir al pequeño en otro instrumento político.
Hipocresía al desnudo
El caso de Elián es emblemático por mostrar en toda su crudeza los perjuicios humanos de la política migratoria estadounidense, y no solo aflora porque acaba de cumplirse otro aniversario de que aquel pequeño al que «se le quiso cambiar la mente», como dijera Fidel, fuera devuelto a su padre.
Además, permite aquilatar lo injusto de la pretensión anunciada por Donald Trump de expulsar a los cubanos beneficiados por el programa de parole implementado antes por Joe Biden, y que el actual presidente canceló.
Se trata, en cualquier caso, de una decisión inconsecuente con décadas durante las cuales Washington ha estimulado y propiciado la emigración ilegal desde la Isla, que tiende a ser mayor en tanto el mismo Trump que aspira a expulsar a todos los indocumentados, sigue endureciendo el bloqueo.
El ordenamiento de la migración hacia Estados Unidos depende, únicamente, de su actuación.