Todavía es pronto para vislumbrar qué consecuencias tendrá para la popularidad de Javier Milei, la forma despiadada en que sus fuerzas de seguridad reprimieron este miércoles una marcha de jubilados, apoyada por fanáticos del fútbol.
La escena de una anciana que golpea con su cabeza el piso luego del porrazo de un gendarme que la derriba, ha escandalizado a la opinión pública. Pero el hecho más fatídico ha sido el del fotorreportero que está entre la vida y la muerte, luego de ser golpeado por un uniformado.
La primera reacción no se hizo esperar: en varias localidades se escenificaron espontáneas y aisladas protestas para repudiar la violencia policial. No sorprende la beligerancia social pese a la represión con gases, porras y carros lanza agua.
Los movimientos populares argentinos han demostrado su fe en la lucha.
A la baja.
Pese a que encuestas foráneas lo ubican entre los presidentes con más aceptación en la región; y aunque ha contado con un caudal de votos notable entre los argentinos que aún creen en él, es visible que la popularidad de Javier Milei empieza a descender.
No lo dicen, quizá, los sondeos, pero sí las manifestaciones de rechazo a una ejecutoria que busca reducir el déficit fiscal a costa de achicar al Estado, formalizar despidos, eliminar programas sociales y dejar que se encarezcan los servicios básicos.
Su peor paso ha sido el fiasco de la criptomoneda que llamó Libra: Milei la promovió, pero su lanzamiento fue un fracaso y ha habido pérdidas millonarias para muchos bolsillos.
Algunos le han llamado «atraco» al entuerto que, obviamente, no incluye a los de abajo, sino a la clase media, donde la pérdida de apoyo sí que puede moverle el piso al Libertario.