La Habana, Cuba. – La certificación con que Estados Unidos se adjudica el derecho de dictaminar qué países han luchado de manera eficaz contra el narcotráfico, ha vuelto a mostrarse como instrumento de su falaz campaña contra ese flagelo, dedicada únicamente a ejercer presiones políticas y a justificar su injerencia.
El informe con que Washington dio a conocer este lunes a las naciones que no pasaron la prueba este año, no deparó sorpresas. El Departamento de Estado “descertificó” en América Latina, a Colombia, Bolivia y, por supuesto, a Venezuela.
Tal conclusión fue rechazada por los gobiernos de las tres naciones, que recordaron el carácter politizado de esa otra lista, también manipulada por Estados Unidos para ejercer su política de chantaje.
El carácter progresista y de arraigo popular de los modelos en marcha en las tres naciones, explica claramente por qué “han merecido” la desaprobación de Washington.
Nuevas acusaciones contra Caracas
Aunque las consecuencias directas de que un país resulte descertificado tienen que ver con el retiro de cierta ayuda financiera de Estados Unidos, lo cierto es que el primer saldo resulta en una satanización sostenida por las listas negras de la Casa Blanca y concretamente ahora, de Donald Trump.
La divulgación del habitual informe tiene lugar cuando Washington amenaza a Venezuela con un despliegue naval en todo el Caribe que apunta directamente a sus costas, y habla del ametrallamiento supuesto de otras dos embarcaciones presuntamente cargadas de drogas, cuya procedencia adjudica a la nación bolivariana.
Desde Caracas, el presidente Nicolás Maduro vuelve a denunciar la amenaza latente de una acción militar contra su suelo.
En ese contexto, la descertificación de Venezuela y sus vecinas Colombia y Bolivia, constituye otro aviso de los peligros intervencionistas estadounidenses.