En José Martí se dieron facultades realmente extraordinarias que pueden ser encuadradas dentro de la más completa concepción científica de nuestro tiempo, y de todos los tiempos.

En el campo de la pedagogía, suficientes conceptos de valor se encuentran en las páginas de La Edad de Oro. Los cuentos, poesías y crónicas recogidos en sus cuatro números son verdaderos compendios de la más elevada y sana pedagogía.

Para que los niños de América derivaran en hombres plenos y dignos, concibió Martí su revista, quizás también porque toda su vida estuvo injertada en el más pleno ejercicio humano.

«La Edad de Oro –asegura Fidel-  fue escrita por un hombre que prefirió el bien de muchos a la opulencia de pocos. Un hombre excepcional que, maestro de la vida, eligió la utilidad de la virtud.”

En diálogo permanente con el apóstol

Cuando está en juego la supervivencia de la especie humana, José Martí se erige en guía hacia los caminos esenciales por los que debe transitar el hombre para salvar al planeta de un desastre colosal.

Profundizar en su particular modo de ver el mundo debe ser parte del día a día de cada niño y adolescente cubano.

Al alcance de sus manos, está, en primer lugar, La Edad de Oro, donde el Apóstol vertió su personalísima idea acerca de los pueblos y sus culturas, de la universalidad del hombre, su manera de percibir los fenómenos sociales.

Con especial cadencia para dialogar con sus destinatarios, La Edad de Oro puede sembrar en niños y adolescentes la sensibilidad y la ética, enseñarles el camino de la solidaridad, a desterrar la ambición y el egoísmo, en fin, a ser los hombres dignos del mañana.