La Habana, Cuba.- Luego del golpe de Estado institucional ocurrido en Brasil y de las reiteradas denuncias de promoción de la violencia en Venezuela a cuenta de la oligarquía y sus aliados internos, es evidente para cualquiera que estamos en presencia de una ofensiva derechista regional contra los sectores y gobiernos de avanzada.

Por demás, se hace claro también que la batalla por el poder es un aspecto esencial en la preservación de los proyectos progresistas, y que esa lucha pasa por trabajar por el control de todos los mecanismos oficiales, y así no favorecer las mayorías legislativas reaccionarias y oportunistas, que hoy se entregan a una verdadera orgía de pretendidas maniobras legales de corte agresivo contra los ejecutivos populares.

Un pretendido nuevo estilo

Es evidente que en estos tiempos revivir en América Latina las épocas de los golpes militares reaccionarios resulta incongruente y arrastraría serias consecuencias para los planes de dominio regional dirigidos desde el Norte.

Por eso, la nueva táctica pretende utilizar todos los nichos de poder que aún quedan en manos de los oligarcas locales y así subvertir, mediante pretendidos procesos legales, a las autoridades progresistas llegadas al gobierno a través de la lucha electoral.

Ahí se hace ahora énfasis con el apoyo aplastante de una turbia maquinaria mediática que crea, distribuye e impone visiones distorsionadas y destructivas de las realidades de aquellos países priorizados en la mira imperial y hegemónica.