La Habana, Cuba. – La vida y obra de nuestro José Martí engarza con los más hondos sentimientos solidarios hacia los pueblos de América. Su actuar llevó un vasto sentido raigal de liberación y justicia para los pueblos oprimidos, como Bolívar se entregó a la causa solidaria.
Con apenas 18 años Martí escribió en el Presidio Político en Cuba: Yo suelo olvidar mi mal cuando curo el mal de los demás. Yo suelo no acordarme de mi daño más que cuando los demás pueden sufrirlo por mí.
Y en plena adultez y batallando por Cuba señaló en las bases del Partido Revolucionario Cubano en 1892: El Partido Revolucionario Cubano se constituye para lograr, con los esfuerzos reunidos de todos los hombres de buena voluntad, la independencia absoluta de la Isla de Cuba, y fomentar y auxiliar la de Puerto Rico.
El bien de todos
Los hombres serán hermanos, en tanto que los reúna la común contemplación de las obras hermosas, escribió José Martí, y en otro momento aseveró: Es necesario, para ser servido de todos, servir a todos.
Más preciso aún: Patria es Humanidad. No hay duda de que el sentimiento de Martí imbrica con el pleno sentido de Humanidad. Es impresionante como en aquel discurso en el Liceo cubano en Tampa en 1891 señalara: Y pongamos alrededor de la estrella, en la bandera nueva, esta fórmula del amor triunfante: Con todos y para el bien de todos.
La solidaridad y el humanismo del Apóstol han sido y son guía de la Revolución. La presencia de esos nobles gestos se expresan hoy en médicos, maestros, ingenieros y técnicos cubanos que en América Latina y el mundo llevan esa convicción martiana y fidelista.