La Habana, Cuba. – A pesar de criterios partidistas para guardar distancia con relación a Jair Bolsonaro, su colega gringo, Joe Biden, remitió a su asesor de seguridad nacional Jake Sullivan a Brasilia, para tratativas con el jefe de estado local.

El asunto se centró en negociar con el ultraderechista presidente de Brasil para que rompa lazos con el consorcio informático chino Huawei, que trabaja en el despliegue, en el gigante sudamericano, de la tecnología de comunicación 5G.

De manera que, si la cosa es ir contra el mayor competidor comercial de los Estados Unidos y candidato a nueva primera potencia económica mundial, entonces es válido para la Casa Blanca sentarse a la mesa con un personaje íntimo y seguidor de Donald Trump, que suma acusaciones de corrupto y ha hundido a su país en una tragedia sanitaria.

Del premio

Horas antes de la llegada a Brasil de Jake Sullivan, la embajada gringa en ese país dedicó amplios espacios a difamar de la empresa china Huawei y acusarla de usar la tecnología 5G para labores de espionaje y subversión.

Pero hay más, y es que Sullivan prometió a Jair Bolsonaro que de romper con dicho gigante de las comunicaciones, tendrá el apoyo oficial de la Casa Blanca en la vieja aspiración de la ultraderecha brasileña de ser integrante global de la belicista Organización del Atlántico Norte, OTAN, presunto privilegio que hoy solo ostenta Colombia en el Sur de nuestro Hemisferio.

Un trueque que llena las aspiraciones de pretendida grandeza de militares fascistas locales ligados, como Bolsonaro, a los regímenes que décadas atrás torturaron y asesinaron a mansalva.