Compartir

La Habana, Cuba. – Queda poco tiempo. La especie humana, con un actuar irresponsable sobre todo de los más ricos, ha encendido la mecha de la bomba climática. Ahora se trata de apagarla después de la Cumbre del Clima de Glasgow, donde un centenar de países acordaron reducir las emisiones de metano en un 30 por ciento para 2030.

Ese es un potente gas de efecto invernadero que no obstante siempre quedó a la sombra del dióxido de carbono, principal culpable del calentamiento global.

El metano es responsable del 25 por ciento del aumento de la temperatura del planeta desde la época preindustrial, por eso es una buena idea explorar otras vías para tratar de alejar el cercano holocausto climático. De cumplirse el pacto, a mediados de siglo se pudiera disminuir en 0,2 grados la subida de la temperatura planetaria.

Confiar o no confiar

Los expertos se debaten entre el recelo y el optimismo ante los acuerdos de la reciente Cumbre Climática de Glasgow.

Hay cierta confianza por la cantidad de países que se involucraron, en particular Estados Unidos que había abandonado el Acuerdo de París a instancias del díscolo Donald Trump. Pero por otro lado, muchos recuerdan que en 2014 se firmó la llamada Declaración de Nueva York, que incluyó el compromiso de reducir a la mitad la pérdida de bosques en 2020. Y lo peor es que lejos de disminuir, la deforestación ha aumentado en los últimos años.

El presidente norteamericano Joe Biden fue visto durmiendo en plena Cumbre de Glasgow. Veremos si ahora los países más ricos y mayores contaminantes también se duermen y hacen realidad la pesadilla apocalíptica del clima.