La Habana, Cuba.- La ratificación de una pena contra la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner por cargos de corrupción no probados, demuestra que la politización de la justicia sigue siendo instrumento privilegiado por la derecha para consumar sus planes de sepultar al progresismo; ya sea allí en Argentina, en Ecuador, o en Brasil, como ocurrió contra Luiz Inacio Lula Da Silva.
La causa denominada Vialidad, por la cual se sentencia injustamente a Cristina a 6 años de prisión e inhabilitación de por vida para ocupar cargos públicos, es apenas uno entre los varios procesos judiciales abiertos contra ella, para eso: sacarla del juego político.
No se ha tratado solo de inculparla ante los tribunales. El propósito, como ha ocurrido contra otras figuras de la izquierda latinoamericana, es denostar y derribar las causas que ellas defienden. Por eso también se les agrede mediáticamente.
Más apoyo
Pero los planes de lapidar a Cristina Fernández de Kirchner como figura política, pudieran frustrarse.
Por el contrario, el injusto castigo que se le inflige, justo cuando ella había dado a conocer la intención de postularse como legisladora, deja ver, otra vez, el respaldo popular que la exmandataria concita.
Cristina Fernández es desde hace tiempo la líder progresista de más arraigo en Argentina. Más que por ser expresidenta, su figura descuella como dirigente popular capaz de aglutinar a actores políticos y sociales distintos, con algo en común: la oposición al modelo neoliberal, ahora profundizado por Javier Milei bajo el signo «libertario».
La adversidad de la sentencia confirmada este martes por la Corte Suprema, pudiera ser oportunidad para la unión, si se escucha el llamado de Cristina a «organizarse, militar y estar con quienes lo necesitan».